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Allí, bajo el imperio de una voluntad ajena, vigilado constantemente para que no pudiera procurarme el veneno, llegaría forzosamente a descocainizarme. ¿Sabe usted lo que pasó? Que yo, conjuntamente con el heroísmo para entregarme a la tortura, llevaba bien escondido en el bolsillo un frasquito con cocaína... Ahora calcule usted lo que es pasión.

Referí á mi mujer lo sucedido, y mi mujer determinó pasar, la noche cerca de los cristales, reservándose mudar de habitacion al dia siguiente. Yo calculé que la sinrazon no estaba en el amo del hotel, sino en nosotros. Esto es una costumbre del país, costumbre que no tiene aquí peligro alguno: ¿por qué prestar oídos al temor infundado de un extranjero, en cuya nacion se vive de otro modo?

Anda, anda. Hoy estrena zapatos y calzones. Yo no de dónde ha sacado los cuartos. Yo le dije, digo: «¿Has descargado la borrica?»; y él me dijo, dice: «Váyase usted al acá y al allá». Pues por ahí te pudras. Está..., vamos, si usted le ve, no le conoce. Le ha dado el accidente cinco veces, y parece un pergamino mojado. Los ojos se le saltan del casco, las manos le tiemblan y la lengua es un estropajo. A veces se pone a dar vueltas, y marea, hija, marea. En fin, yo no qué va a ser de él. No trabaja, no sirve para nada. Modesto le da consejos; calcule usted... ¡Modesto, consejos!

Se dan dos sueldos a un mendigo de blusa, diez al que viste de americana, cien al de levita; calcule usted lo que conviene ofrecer a los que mendigan en coche de cuatro caballos. ¿Quiere ir usted a ver lo que pide? ¡Diablo! Usted me ha contratado por meses; no contábamos las visitas. El doctor se hizo llevar a casa de la señora Chermidy. Cuando entró, estaba en escena.

Una persona que sale de la cárcel no puede hallarse en disposición de atender a las primeras necesidades. Así, cuando usted entre por aquella puerta, hallará una modista y un chico de la tienda de sombreros que irá con muestras..., ¿usted se entera?... Tengo allí el gran cuarto de baño; usted calcule... Conque hasta las tres.

Mas adelante, aclarándose mis luces, vine en conocimiento de mis errores, y de que nadie habia entendido este trozo de demarcacion: hallé los rios Igurey y Corrientes que señalan los tratados, y se creian imaginarios, y por fin, conocí y calculé las ventajas de primer órden que dichos rios nos proporcionan. Las escribí á V. E., y V. E. las trasladó al Rey.

Cuando calculé que ya íbamos á entrar en las calles, me asomé por la portezuela, y dirigí un saludo con la mano a Nuestra Señora de Paris, como quien se despide de un amigo.

La casa estaba vacía. Los sirvientes iban y venían, como asombrados, también ellos, de no tener ya que reportarse. Habían abierto todas las ventanas y el sol de mayo jugueteaba libremente en las habitaciones, en las cuales cada cosa estaba en su sitio. No era el abandono, era la ausencia. Suspiré. Calculé lo que aquella ausencia debía durar. Dos meses.

Esta es la mayor exclama . En casa quedan otros cinco leones. ¡Calcule usted los versos que tendré que hacer! La niña rubia, una grácil adolescente de catorce años, tiene los ojos zarcos e ilusionados. Ahora le voy a comprar unos zapatos, ¿sabe usted? Los romperá en seguida, porque estas criaturas...

Para que el lector calcule hasta dónde llegó esto de las hermandades de rosarios, consignaré tan sólo que entre las de hombres, mujeres y niños había en Sevilla 128 en 1758, como así consta en los Anales, y era de ver que apenas quedaba noche del año en que no salieran tres ó más á la calle, sin contar la más principal y numerosa, que era la que al toque del alba salía de la capilla de las gradas de la Catedral, á la que estaban afiliados todos los comerciantes del barrio del Sagrario y personas de no poca significación.