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Actualizado: 19 de junio de 2025


Ni Colón, ni Galileo, ni Arquímedes han prestado a la humanidad un servicio como el que y yo vamos a prestarle... Dame agua dijo con voz débil el niño, dejando caer su cabecita hacia atrás. D. Pantaleón se la alzó; pero como no podía ya sostenerse sentado, lo tendió sobre la mesa y fue a buscarle agua. El fuego de la inspiración ardió de nuevo en las pupilas del sabio.

A su lado, y sentada también, hay otra niña de algo más edad, cuya cabecita rubia reposa sobre las rodillas de su madre. Esta mujer es mi madre, y las dos niñas mis hermanas mayores. Las otras dos, que son las más pequeñas, duermen en las cunas colocadas en la alcoba. Esta era mi familia, cuando mi madre dio principio nuevamente a la narración de su diario, el día 11 de junio de 1801.

Y su papá le está hablando: «¿Nené, no te dije que no tocaras ese libro? ¿Nené, no sabes que ese libro no es mío, y que vale mucho dinero, mucho? ¿Nené, no sabes que para pagar ese libro voy a tener que trabajar un añoNené, blanca como el papel, se alzó del suelo, con la cabecita caída, y se abrazó a las rodillas de su papá: «Mi papá», dijo Nené «¡mi papá de mi corazón! ¡Enojé a mi papá bueno! ¡Soy mala niña! ¡Ya no voy a poder ir cuando me muera a la estrella azul

Una cabecita pequeña, boca gruesa, bigote y perilla rubios, ojos saltones y miopes, tras unas enormes gafas... Feo, muy feo. El lo sabe y le importa un pito.

Al llegar a la puerta de la escalera y al tirar del pasador, el joven vió asomar la cabecita curiosa de su hermana en el fondo del pasillo. Ven aquí, Aurelia le dijo. Pero la niña no hizo caso y se retiró velozmente. Aurelia, Aurelia. Bien a su pesar, ésta salió al pasillo y avanzó hacia ellos sonriente y roja como una cereza.

El cuarto está a media luz, una luz como la de las estrellas, que viene de la lámpara de velar, con su bombillo de color de ópalo. Pero se ve, hundida en la almohada, la cabecita rubia. Por la ventana entra la brisa, y parece que juegan, las mariposas que no se ven, con el cabello dorado. Le da en el cabello la luz.

Y entornando los párpados con expresión acariciante detrás de los vidrios de sus gafas, el profesor desapareció rampa abajo. Sólo entonces el Hombre-Montaña bajó los ojos para mirarse á mismo, fijándolos en su pecho. Por la abertura entreabierta de su bolsillo superior veía la cabecita de Ra-Ra, encogido en el fondo de este refugio.

Eran las cinco cuando entrábamos en lo de Valentina; ella nos esperaba en la puerta de calle con un vestido de gasilla, blanco, cerrado por un cuellecito plegado, sobre el cual se destacaba su cabecita adorable y llena de inocente coquetería.

Al verla, debió pasar un soplo de enternecimiento por el corazón de la irritada hermana; destacose del grupo, y viniendo hacia ella, la echó los brazos al cuello diciendo: No llores, Chonchita, no llores. Pero al pronunciar estas palabras lloraba también. La cabecita rubia y la morena estuvieron un instante confundidas. Rodeáronlas las amigas, y ni una sola dejó de verter lágrimas.

Vivimos mal, Feli decía . ¿Crees que estoy satisfecho de la existencia que te ofrezco?... Ahora podemos sufrirlo todo porque somos jóvenes, porque nos amamos. Tenemos la salsa que hace chuparse los dedos con el plato más insípido: la alegría y el amor... Yo estoy bien, nene. Quisiera quedarme para siempre así... con la cabecita en tu hombro... y dormirme... y no despertar nunca.

Palabra del Dia

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