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Actualizado: 19 de mayo de 2025


En el Círculo Caballista rehuía las tertulias de la gente joven, que sólo le recordaban sus pasadas locuras para aplaudirlas, proponiéndole otras mayores. Buscaba la conversación de los «padres graves», de los grandes cosecheros y ricos agricultores, que comenzaban a oírle con cierta atención, reconociendo que aquel perdis tenía una buena cabecita.

¡No llores, Luis, no llores!... ¿Ves cómo eres bueno? Estás llorando por . ¡No he de llorar por si eres mi hija! Llámame padre... ¡Yo soy tu padre! ¿Lo sabes, lo sabes? , lo ... eres mi padre y yo soy tu hija... Tengo sueño... Déjame dormir sobre tu pecho. Y dejó caer sobre él la cabecita blonda.

No muy lejos observó que una cabecita de mujer estaba vuelta hacia él, y que unos ojos negros le contemplaban sin pestañear; la cabeza era hermosa y delicada como la de una madona, los ojos vivos y alegres.

A cada paso tenía algo nuevo que preguntar a sus hermanos: que por qué las abejas metían la cabecita en las flores, que por qué las golondrinas volaban tan cerca del agua, que por qué no volaban derecho las mariposas. Pedro se echaba a reír, y Pablo se encogía de hombros y lo mandaba callar.

Hubo una nueva pausa, hubo nuevas pataditas de Fernandito, repitiendo ¡vamos!, y apareció entonces, muy despacito, la roja cabecita de la Albornoz, engarzada en un sombrerito negro; recorrió con rápida mirada los varios coches detenidos a uno y otro lado de la puerta de Palacio, y bajó después lentamente, mirando siempre en torno suyo y diciendo al cabo muy disgustada: ¡Pues no ha venido todavía!...

En aquel momento se levantó del canapé la madre de Petrov, envuelta en un chal negro. Su cabecita cana temblaba; su rostro era tan pulcro en su senilidad como si se lavase diez veces al día cada arruguita. Llevaba largo rato en el canapé, sin dormir, sumida en sus tristes pensamientos.

La niña inclinó la cabecita sobre el pecho y contempló este ornato con extraño interés, como si la única cosa para que hubiera sido enviada al mundo fuese para desentrañar su oculta significación. ¿Quisiera saber si mi madre me preguntará qué significa esto? pensó Perla.

Sin embargo, Araceli irguió su cabecita con altanera indiferencia. Ya , ya todo eso, querida. ¡A ver, que la tome aquí ahora mismo ante nosotras! exclamó la amiguita de humor jocoso que la había saludado en francés . ¡Yo soy la reina! Dejad que me siente ahí en lo más alto. Margarita, echa ese cojín en el suelo. Esa es la almohada. Carmen, serás la madrina.

Entonces Paca se acercó a su padrino, el cual la sentó en sus rodillas con grandes muestras de cariño, y ella empezó la siguiente relación, torciendo su cabecita para mirarle.

Ahí donde le ve usted, con su cabecita blanca y sonrosada como un polluelo de cría, que aún parece más pequeña sobre el corpachón enorme, ¡lleva cada cosa dentro de ella...! Ha hablado mucho en Madrid, y los papeles impresos se ocupaban de él como si fuese el Guerra. Su sabiduría encuentra remedios para todo. ¿Le hablan de la miseria que hay en el mundo?

Palabra del Dia

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