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Actualizado: 28 de julio de 2025


¡Y así, al choque de tanto oro iba desapareciendo ante mis ojos, como humo, la belleza moral del Universo! Se apoderó de una inmensa tristeza mística. Caí sobre una silla, y con el rostro, entre las manos, lloré copiosamente. Al poco tiempo la viuda de Marques abrió la puerta, toda vestida de seda negra. ¡Le estarán esperando para comer!

18 Y estando él hablando conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me tornó en mi estado. 23 Y al cabo del imperio de éstos, cuando los prevaricadores estan en su colmo, se levantará un rey altivo de rostro, y entendido en dudas.

Caí gravemente enfermo de la fiebre amarilla, que entonces asolaba a Andalucía, y cuando me puse bueno me llevó como en procesión a oír misa a la Catedral vieja, por cuyo pavimento me hizo andar de rodillas más de una hora, y en el mismo retablo en que la oímos puso, en calidad de ex-voto, un niño de cera que yo creí mi perfecto retrato.

Mi padre había reñido con ella.... Dicen que vivían juntos... todos vivían juntos... y cuando iba a farolear me llevaba en el cesto, junto con los tubos de vidrio, las mechas, la aceitera.... Un día dicen que subió a limpiar el farol que hay en el puente; puso el cesto sobre el antepecho, yo me salí fuera y caíme al río. ¡Y te ahogaste! No, señor; porque caí sobre piedras. ¡Divina Madre de Dios!

El ama me dijo que había salido de casa y no había vuelto. Encargué que le avisaran para hablarle por última vez y resolverme o no a dar parte de lo que ocurría. No quiso venir, temiendo sin duda mi indignación. Caí con otro ataque, y el ama sin duda fue a buscarle, porque cuando abrí los ojos estaba él a mi lado.

»Pero, bajando la vista y sin atreverse a mirarme, continuó con voz temblorosa: »¿Le ama usted del modo que él la ama? »Yo nada contesté; pero caí a sus pies. Prométame solamente renunciar a esas ideas de muerte, proyecto culpable que le cerraría las puertas del Cielo, de ese Cielo donde espero volver a encontrarla. »Pero entonces, ¿qué partido tomaremos?

»A estas palabras, la palidez de la muerte cubrió su rostro; sus mejillas pusiéronse lívidas y cayó a mis pies inmóvil y como aterrado. »¡Ah! en aquel espantoso momento lo olvidé todo... Pasmada, fuera de , caí de rodillas ante él, sintiéndome dispuesta a seguirle. »¡Carlos! exclamé: Carlos, ¿me oyes? ¡Vuelve en ti para escuchar que te amo!

No tenía a nadie; estaba mal cuidado, y para colmo de infortunio caí en manos de médicos desaprensivos. Cuando pude levantarme me fui a Valencia.

1094 Le suelen llamar espada y el nombre le viene bien; los que la gobiernan ven a dónde han de dar el tajo: le cai al que se halla abajo y corta sin ver a quién. 1095 Hay muchos que son dotores, y de su cencia no dudo; mas yo soy un negro rudo y aunque de esto poco entiendo, estoy diariamente viendo que aplican la del embudo.

Trepé con agilidad por los escalones, rompí un cristal con una piedra, que llevaba en la mano, y quitando luego los pedazos de vidrios que quedaban aún en el marco, pasé por la abertura aquella la parte superior de mi cuerpo y me dejé resbalar hacia adentro. Caí de cabeza sobre el piso, me hice un enorme chichón en la frente y al otro día me trajo el cura un ungüento para disolverlo.

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