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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Era lo que podía reemplazar mejor el horno, puesto que Silas no había consentido nunca que agregaran uno ni tampoco una parrilla a sus exiguas comodidades. Quería a su viejo fogón de ladrillos como había querido a su cántaro de barro negro. ¿No fue delante de aquella hornalla que encontró a Eppie?

Velarde dejó de mirar a la tierra para mirar al Palacio que tenía delante, morada del monarca cuyo secretario particular había estado a punto de ser... ¡Qué fastidio tener que esperar de nuevo tanto tiempo!... Porque preciso era que se fuese aquel y que viniese después el otro, y mientras tanto, ¿quién sabe?... ¡Quizá alguno de aquellos tiritos que iban a cruzarse vendría a hacer trizas el cántaro de la lechera que Currita y Butrón le ayudaban a fabricar!...

We find a good example of these different elements in La Moza de Cántaro in the three sonnets of Act II, Scene III, of which the first is in the sonorous, high-sounding, oratorical style, the second, in the elegant conceits so common in Italian literature of the period, and the third in the language of every-day life. Each is well suited to the occasion and to the rôle of the speaker.

Dígolo porque ya las pagó todas juntas. También se ha muerto la Fraila. Nazaria cerró los ojos, no pudiendo cerrar los oídos. Pero el atleta se volvió a Maricadalso, y a boca de jarro le disparó estas palabras: Y tu hija, Maricadalso, tu hija Ildefonsa, iba ahora con un cántaro de agua por la calle de la Paloma, y se cayó en la calle, diciendo que se moría....

Á mis graves desconsuelos Solo faltaba este amor, Á este amor este rigor, 1515 Á este rigor estos celos. ¿No me bastaba tener, Para no ser conocida, Este género de vida, Sino á quien quieren querer? 1520 Pero andar en competencia, Moza de cántaro en fin, Cristalino serafín, Con vos, será impertinencia.

Don Restituto y doña Basilisa, o la señora Emperatriz, como la llamaba el Padre Alesón, el políglota, eran lo que se dice dos almas de cántaro, incapaces de causar mal a nadie a sabiendas, ni tampoco de hacer bien a sabiendas, por eso, porque no sabían exactamente lo que era el mal ni el bien ajenos.

Encima del cantarero se yerguen cuatro cántaros, y encima de cada cántaro, acomodadas en su ancha boca, cuatro alcarrazas que rezuman en brilladoras gotas.

Cuando los caballos destripados soltaban su sangre sobre ella como un cántaro que se desfonda de golpe, Gallardo pensaba en los colores de la bandera nacional, los mismos que ondeaban en el tejado del circo. Las plazas, con sus diversas arquitecturas, también influían en la imaginación del torero, agitada por las fantasmagorías de la inquietud.

Al atardecer avanzaban por los caminos, orlados de álamos con inquieto follaje de plata, grupos de muchachas que llevaban su cántaro inmóvil y derecho sobre la cabeza, recordando con su rítmico paso y su figura esbelta á las canéforas griegas. Este desfile daba á la huerta valenciana algo de sabor bíblico.

Ahí van, pues, esas mis incultas ideas, tales cuales son, mal o bien compaginadas, derramándose a borbotones como agua de cántaro mal tapado. «¿No se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe porque no se leeEsa breve dudilla se me ofrece por hoy, y nada más.

Palabra del Dia

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