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Actualizado: 26 de junio de 2025


Fulano había dicho que no dejase de ir al día siguiente a la iglesia de Santa Cruz, pues eran los funerales de un señor de las Conferencias católicas. El cura viejo había dejado en su cuarto dos paquetes de hojitas para que las repartiese. El zapatero, con su cara fosca, se había presentado dos veces, buscándole con gran prisa. Necesitaría dinero: la tal conversión le costaba muy cara.

Brillaban sobre su persona algunas joyas de valor, pues los hombres entonces se ensortijaban más que ahora, y lucía además los sellos de dos relojes. Su figura en general era simpática. Yo le miré y observé ávidamente, buscándole imperfecciones por todos lados; pero ¡ay!, no le encontré ninguna.

Que es hombre que gasta malas pulgas, y si se entera de que usted u otro cualisisquiera anda buscándole las vueltas pa torearle, pues, a la señorita y a usted, ú al que sea, lo hace polvo. El tal señor de Martínez es atroz de grosero y de mal hablao. Me tiene sin cuidado. Lo principal es que yo me haga simpático a la señorita..., luego..., si viene ya nos las compondremos como podamos.

Mirábanle las mozas, y andaban con los ojos buscándole el rostro, que la mala visera le encubría; mas, como se oyeron llamar doncellas, cosa tan fuera de su profesión, no pudieron tener la risa, y fue de manera que don Quijote vino a correrse y a decirles: -Bien parece la mesura en las fermosas, y es mucha sandez además la risa que de leve causa procede; pero no vos lo digo porque os acuitedes ni mostredes mal talante; que el mío non es de ál que de serviros.

Con las señoras de la grandeza y las que quieren imitarlas, van allí algunos de esos devotos que desgastan con las rodillas los ruedos de las iglesias y, tras las mujeres, van señoritos elegantes a ver lo que se pesca, ¿entiendes? Sigue. Uno de esos señoritos está buscándole las vueltas a Leo. ¿Estás seguro de lo que dices? ¿Puedes suponer que me hubiese metido en esto si no lo estuviera?

Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.

Y había en Ester tal suma de sentimiento femenino, que apenas podía perdonarle, y menos que nunca ahora cuando casi se oían, cada vez más próximas, las pisadas del Destino que se acercaba á toda prisa, no, no podía perdonarle que de tal modo le fuera dado abstraerse del mundo que á los dos les era común, mientras ella, perdida en las tinieblas, extendía las manos congeladas buscándole, sin poder hallarle.

Desde su alcoba, donde continuaba encamada, Fortunata se reía de las ocurrencias de Segismundo buscándole la lengua a Platón y a Ido del Sagrario, a quien solía llamar maestro. Siempre que iba por las noches el farmacéutico, les encontraba infaliblemente y se divertía con ellos lo indecible. Mucho agradecía la desdichada joven aquellas visitas.

De allí a dos días se levantó don Quijote, y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros; y, como no hallaba el aposento donde le había dejado, andaba de una en otra parte buscándole.

3 Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza. 4 Y oré al SE

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