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Actualizado: 26 de junio de 2025
Después de platicar un rato con Severiana en la salita de esta, salieron escoltadas por diferentes cuerpos y secciones de la granujería de los dos patios. A Juanín, por más que Jacinta y Rafaela se desojaban buscándole, no le vieron por ninguna parte.
Yo, cuando subo a casa de un pobre y me entero de su vida, y le socorro y le aconsejo; cuando doy vueltas por Madrid buscándole alguna colocación, estoy entretenidísimo, tanto como cualquier señorito en los bailes de Montijo, con la diferencia de que mientras él llega a casa al amanecer, hastiado, ojeroso y mustio, yo me acuesto tranquilito a las doce, y si he hallado empleo para mi hombre, me duermo más contento que el Rey de Prusia, y si no lo he hallado, me levanto por la mañana con ánimos para revolver todo Madrid... Dime tú ahora, ¿quién entiende mejor la vida, él o yo? ¿Quién es aquí el egoísta?... Voy a ponerte otro ejemplo.
Ella en seguida, confusa y atemorizada, apartó el rostro; mas él, buscándole la mirada para leerle el pensamiento, le cogió la cara entre las manos y permaneció contemplándola. El instante fue sublime. A Juan se le olvidaron las teorías de conquistador, el cálculo, la lástima, la astucia, todo, hasta el temor a las consecuencias, mezquina consideración que acibara grandes placeres.
Esotro que está en esotro aposentillo prosiguió el Cojuelo es un ciego enamorado, que está con aquel retrato en la mano , de su dama, y aquellos papeles que le ha escrito, como si pudiera ver lo uno ni leer lo otro, y da en decir que ve con los oídos. En esotro aposentillo lleno de papeles y libros está un gramaticón que perdió el juicio buscándole a un verbo griego el gerundio.
Volvió luego a sentarse lejos de él y con grave autoridad le informó de que andaba buscándole novia y aun le citó los nombres y le habló de las condiciones de tres o cuatro muchachas de la ciudad en quienes ella había puesto ya la mira. Tú eres muy buena, muy buena, decía Arturito; pero es inútil el trabajo que estás tomando. Yo no quiero casarme. Yo sólo me casaría contigo.
Esto me dió dijo, enjugando con el mismísimo sagrado pañuelo las lágrimas que de improviso corrieron de sus ojos ; esto me dió con sus propias manos aquel que vivirá en la memoria de los españoles mientras haya españoles en el mundo, Yo estaba barriendo la oficina cuando entró D. Pedro Velarde buscándole, y le dije: «Mi capitán, hace un rato que salió con D. Jacinto Ruiz.» Después, don Pedro entró y estuvo disputando con el coronel; al cabo de un cuarto de hora volvió a pasar por delante de mi. ¡Quién me había de decir...!
Como el ministerio entrante no estaba dispuesto, según había afirmado en el Congreso por boca de uno de sus miembros más autorizados, «a tolerar imposiciones de nadie,» procedió inmediatamente y con saludable energía a dejar cesante a Juan, buscándole un sustituto que en sus maniobras musicales ofreciese más garantías o fuese más adicto a las instituciones.
Pero más que los mismos sucesos le admiraba el poco rastro que dejaban en aquella casa. Buscándole con afán, se iba el buen hombre de pasillo en pasillo y de salón en salón; mas no hubiera dado con él ni la nariz de un sabueso.
La Princesa y sus amigas, atraídas por la fama de su virtud y de su ciencia anduvieron buscándole siete días por aquellos vericuetos y andurriales. Durante el día caminaban en su busca entre breñas y malezas. Por la noche se guarecían en las concavidades de los peñascos.
Palabra del Dia
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