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Actualizado: 8 de julio de 2025


La pobrecita niña está ya de vuelta en casa rezando el <i>Confiteor</i> con las manecitas cruzadas delante del altarejo... ¡Malditas sean las niñas piadosas!... Parece que su voluntad ha de ser de roca, y es cera de iglesia. Están buenas para sacristanes... Pues . En su casa está ya de vuelta.

-Mas que la diga vuestra excelencia -dijo Rodríguez-, que Dios sabe la verdad de todo, y buenas o malas, barbadas o lampiñas que seamos las dueñas, también nos parió nuestra madre como a las otras mujeres; y, pues Dios nos echó en el mundo,

¿Qué ha de ser, señor Fígaro, sino que yo he puesto un artículo en un periódico, y no bien le había leído impreso, cuando, zás, ya me han contestado? ¡Oh! Son muy bien criados los periodistas le dije no saben lo que es dejar a un hombre sin contestación. , señor; pero de buenas a primeras, y sin pedirme mi parecer, dan en la flor de decirme que es mi artículo un puro disparate.

Zalacaín la contempló absorto y luego abrió la puerta de la casa, la cerró despacio y, al encontrarse en la calle, se vió con un espectáculo inesperado. Bautista discutía a gritos con tres hombres armados, que no parecían tener para él muy buenas disposiciones. ¿Qué pasa? preguntó Martín.

Porque soy rico, porque me divierto, porque tengo un hermoso hotel, un buen monte, magníficos caballos y un proscenio en la Ópera... La verdad es que todo esto es más que suficiente para echar un hombre á galeras... ¡Tengo amigos que querrían verme en ellas! ¿Puede usted pensar lo que estas buenas personas habían dicho de en el momento de la desgracia?

Un tirante amarillo cruza el pecho del rapaz con la prosapia de una banda, y sujeta el calzón de pana, que no llega a los zuecos. En una mano sostiene el gorro catalán, que aún tocaba su cabeza al parecer en la antesala, y en la otra estruja una rana viva. ¡Santas y buenas noches! Saluda, Floriano. EL NI

Era Martínez, el teniente de la Legión extranjera, que le saludaba con cierta timidez, pero satisfecho al mismo tiempo de que sus compañeros le viesen en buenas relaciones con un personaje famoso del que tanto se hablaba en la Costa Azul. Miguel devolvió el saludo maquinalmente y siguió adelante. Este momento quedó fijo en su memoria para toda la vida.

Tan buen pan hacen aquí como en Francia; y de noche todos los gatos son pardos, y asaz de desdichada es la persona que a las dos de la tarde no se ha desayunado; y no hay estómago que sea un palmo mayor que otro, el cual se puede llenar, como suele decirse, de paja y de heno; y las avecitas del campo tienen a Dios por su proveedor y despensero; y más calientan cuatro varas de paño de Cuenca que otras cuatro de límiste de Segovia; y al dejar este mundo y meternos la tierra adentro, por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero, y no ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacristán, aunque sea más alto el uno que el otro; que al entrar en el hoyo todos nos ajustamos y encogemos, o nos hacen ajustar y encoger, mal que nos pese y a buenas noches.

Y esto concertado, salióse aquel señor á hacer lo que le mandaba Viracocha Inca. Viracocha Inca volvióse á Inca Yupanqui é comenzóle de hablar con buenas palabras y á mostrarle rostro alegre.

Pero todo esto no impedía que las buenas huertanas se entusiasmasen ante su obra. «¡Miradlo!... ¡Si parecía dormido! ¡Tan hermoso! ¡tan sonrosado!...» Jamás se había visto un albaet como este. Y llenaban de flores los huecos de su caja: flores sobre la blanca vestidura, flores esparcidas en la mesa, apiladas, formando ramos en los extremos.

Palabra del Dia

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