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Actualizado: 8 de julio de 2025


De una iglesia que tuvo los techos pintados, y dorados de oro fino de lo más viejo de América los capiteles de los pilares, quedaba en pie, como una concha clavada en tierra por el borde, el fondo del altar mayor, cobijado por una media bóveda: un bosquecillo había crecido al amor del altar; la pared interior, cubierta de musgo, le daba desde lejos apariencia de cueva formidable; y era cosa común y sumamente grata ver salir de entre los pedruscos florecidos, al menor ruido de gente o de carruajes, una bandada de palomas.

Al lado del camino, su aspecto exterior era el de una simple casa de campo, construida a la entrada de un bosquecillo. Como en la mayoría de las casas de campo, su segundo piso era mucho más pequeño que el primero. El tejado era muy alto, y tenía la forma de un hacha invertida. Los días de fiesta, para alegrar a los enfermos, se izaba en él una bandera nacional.

Y a un lado, al través de un bosquecillo de pequeñas palmas, se deslizan cautelosamente seis ú ocho indios armados de sus lanzas, sus cuerdas y sus mazas y dardos, en persecución de un tigre negro, cuyos ojos chispean y en cuyas garras y contracciones musculares se ven las crispaturas del miedo y de la rabia feroz que dominan á ese gran bandido del desierto, cuando se ve atacado y se dispone á destrozar para defenderse.

Crecen en los terrenos que producen la nuez moscada; pero prefieren los volcánicos. Cornelio, Hans y el mismo Van-Horn se acercaron al árbol indicado, que crecía en los linderos del bosquecillo, y lo observaron atentamente. Tenía más de veinte pies de alto, y estaba cuajado de pequeños ramitos de flores de un color rojo oscuro que despedían un aroma delicadísimo.

El marqués echó pie a tierra, y vino a decir a Ahmed-Bey: Conozco un sitio excelente, a veinte minutos de aquí; tened la amabilidad de subir nuevamente al carruaje, con vuestros amigos, y seguirnos. Tomaron los beligerantes un camino transversal, y descendieron a un kilómetro del caserío. Señores dijo el marqués, podemos ir a pie hasta aquel bosquecillo que allí veis.

No he ido sino una vez y hace largo tiempo... pero hallaré el camino. Venga, señor, y prepárese para una ruda ascensión. Comenzamos en el momento á subir una escarpadísima senda que serpenteaba sobre el flanco de la montaña, atravesando aquí y allá algún bosquecillo.

Para conocer bien las naranjas es necesario verlas en los países que las producen: en las islas Baleares, en Cerdeña, en Córcega, en Argelia, entre el aire azul dorado, en la tibia atmósfera del Mediterráneo. Jamás olvidaré un bosquecillo de naranjos que vi a las puertas de Blidah. ¡Allí que estaban hermosas!

Ya desde él, al apearse del carruaje, se ve a la entrada de la sala, donde hay un doble recodo para poner dos otomanas, como si hubiese allí ahora un bosquecillo de palmas y flores. En un cuarto dejan las señoras sus abrigos y enseres, y pasan a otro a reparar del viaje sus vestidos o a cambiarlos algunas por los que han enviado de antemano.

El papú, Cornelio y Van-Horn no se detenían a admirar a aquellas aves, entre las cuales las había de los más raros y preciosos plumajes, y apretaban el paso para llegar cuanto antes al bosquecillo de moscadas, esperando encontrar allí al Capitán, Hans y el chino. Varias veces habían tenido que detenerse para pasar a través de los bejucos, que les impedían avanzar, estorbándoles el paso.

Y por todo el bosquecillo repítese sin cesar: ¡Es un subprefecto! ¡Un subprefecto! ¡Está muy calvo! observa una alondra muy moñuda. Las flores preguntan: ¿Es mala persona? ¿Es mala persona? preguntan las flores. El viejo ruiseñor contesta: ¡No es completamente malo!

Palabra del Dia

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