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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Necesitaba hablar cuanto antes para romper el maleficio mudo de esta hermosa bruja, que, convencida de su triunfo final, le enviaba sonriendo las bocanadas de humo de su cigarrillo. Y Miguel aludió á la fama amorosa de ella, al gran número de amantes que le atribuían, como si con esto pudiera crear una honda separación entre los dos.

Y familiarizado con los extraños rumores que aquella noche poblaban la isla y que llegaban de nuevo hasta él como bocanadas de lejano incendio, se lanzó en una carrera loca de trinos, cual si se sintiera espoleado por la voluptuosidad de la noche y fuese a reventar de fatiga, cayendo del árbol su envoltura de pluma como un saco vacío después de haber derramado su tesoro de notas.

La fila de tílburis se estaciona a lo largo de la ancha acera; de cada uno baja ligeramente el corredor, abandonando las riendas en manos del lacayo, sube aprisa la escalinata y se pierde en el grupo numeroso del pórtico. A bocanadas sale a la calle el rumor de adentro, y arrecia por instantes la agitación y el vocerío; una sola pregunta rueda en todos los labios: ¿A cuánto el oro?

Despues de dos ó tres bocanadas de humo, de toser y de escupir por una comisura, preguntó á Ben Zayb dándole una palmada sobre el muslo: ¿Usted ha visto patos? Me parece... los hemos cazado en el lago, respondió Ben Zayb estrañado. No, no hablo de patos silvestres, hablo de los domésticos, de los que se crían en Pateros y en Pasig. Y ¿sabe usted de qué se alimentan?

El huracan zumbaba sacudiendo las chimeneas y todo el arbolaje; la lluvia oscurecía el cielo; las olas venían como derrumbes á bañar todo el puente de cubierta; y el enorme buque, soltando fatigado sus negras bocanadas de humo, saltaba entre las concavidades de las ondas como un toro enfurecido por los golpes que en todas direcciones recibe.

Por los callejones transversales, obscuros y solitarios, venían bocanadas de brisa primaveral cargada de perfumes de jardín, de olor de naranjo, de aroma de las flores alineadas en tiestos tras rejas y balcones. Blanqueaba el azul del cielo con la caricia de la luna, que se desperezaba sobre el plumón de las nubes, avanzando el rostro entre dos aleros.

Un perfume de gran mercado surgía a bocanadas por las puertas: perfume de flores que agonizan lentamente, de frutas y verduras detenidas en su fermentación por la catalepsia del frío, de vinos y cervezas agitados en sus encierros por la continua inestabilidad del buque.

Por las puertas abiertas llegaban hasta la plaza los gemidos de los instrumentos, las voces de los cantores, una melodía dulzona y voluptuosa acompañada de las bocanadas de perfume de las flores y el olor de la cera. Fumaron cigarro tras cigarro los toreros y aficionados que se agrupaban fuera del templo.

Y cuenta que ambos chismes podrían ser igualmente necesarios, porque el astro diurno, encapotado por nubarrones que amenazaban chubasquina, despedía claridad lívida y sorda, y a veces por la ahogada calma de la atmósfera atravesaban soplos de aire encendido, bocanadas de solano que amagaban tempestad.

Concluyó por anudársele de tal suerte, que apenas se le entendía. Ramoncito se vió necesitado a tomarle el legajo y a continuar la lectura hasta el fin. Castro, en presencia de aquellas ridiculeces, ocultaba su sonrisa de hombre superior detrás de grandes bocanadas de humo.

Palabra del Dia

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