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Actualizado: 5 de octubre de 2025
Apenas había metido dentro el pie, cuando le salieron al encuentro dos bellísimos jóvenes, trayendo en las manos cruces resplandecientes, los cuales le introdujeron en un ameno jardín, donde por la fragancia de las flores, que no se puede comparar con ninguna de acá, y con la belleza de lo que veía, estaba como en extásis admirado; y siendóle presentada una fruta semejante á la granada, con sólo llegarla á sus labios, se le inundó el corazón de tanto gozo y consuelo, que creía que en él estaba lo mejor y aun el todo del don de los ciudadanos del cielo; pero le fué dicho al oído, que estaba muy lejos el piélago de la bienaventuranza, en que engolfándose los Bienaventurados, se hallan plenamente hartos, satisfechos y contentos; y que lo que tenía delante, no era otra cosa más que un asomo, una muestra de lo que quedaba que gozar, bueno y sólo para hacer bienaventurados los sentidos, y la inferior porción del hombre, incapaz de los deleites que trae consigo al entendimiento el conocimiento y la vista clara de la divina esencia.
Los curas se llevaron casi todo lo mío continuó Alicia . Tal vez para cobrar comisiones, sugerían á mamá los gastos más absurdos. Numerosos campanarios repicaban en los dos hemisferios gracias á doña Mercedes. Una fundición de campanas trabajaba únicamente para sus regalos. Además, se sentía arrastrada, por una especie de debilidad amorosa, hacia todos los bienaventurados desprovistos de renombre.
Son las lágrimas moneda que no se puede falsificar, único refugio nuestro: lavan las manchas de nuestros pecados, aplacan la ira de Dios, alcanzan el perdón, alegran el alma, fortifican la fe, aumentan la esperanza y encienden la caridad. El mismo divino Jesús lo ha dicho: «Bienaventurados los que lloran, porque sacarán fruto de consuelo.» María se sintió enternecida.
No acababa el buen Lucas de echar los ojos por todas partes, donde veía nuevas delicias y bellezas; y hubiera querido detenerse algún tanto aquí ó pasar adelante, pero le atajó sus designios y embarazó su gusto un escuadrón de espirítus bienaventurados; y el más autorizado entre ellos que en el aire del semblante, en la majestad de sus pasos y en la cruz resplandeciente que traía, creyó era príncipe de la milicia celestial; el cual, volviéndose á mirar á Lucas, le dijo con palabras algo severas: ¿Y tú? ¿Cómo estás aquí? ¿Te has confesado?
»No tardó mucho en moverse á piedad el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, porque la víspera de los Ángeles Custodios se dejó ver muy resplandeciente uno de estos bienaventurados espíritus, de uno que estaba con calentura, y le dijo: » Esta enfermedad que padecéis os ha venido en lugar de la muerte que habíais de llevar de manos de los bárbaros.
Para él se acabó lo imprevisto; se acabarán los deliciosos disparates. ¡Desgraciada la boca tapiada a la risa! Ahora, ciencia, trabajo, suegro, amas de cría. Terrible cosa es recibir el adiós a la libertad, y ver la espalda a la juventud fugitiva. ¡Bienaventurados los chiquillos, porque de ellos es la vida! Tienes una bonita casa dijo Isidora sin hacerle caso . ¿Cuánto te cuesta?
Añade que Rustana, la encantadora, ha fenecido, como el ermitaño, en la expiación y el arrepentimiento; que sus almas yacen en la mansión de los bienaventurados, y que, por mandato de Dios, le presenta sus cadáveres para que su vista le infunda el amor á la virtud y el desprecio de los goces mundanos.
Nada importa que haya ordenado: «No matarás» y que su hijo dijese en la tierra: «Bienaventurados los pacíficos.» El cristianismo, según los sacerdotes alemanes de todas las confesiones, sólo puede influir en el mejoramiento individual de los hombres y no debe inmiscuirse en la vida del Estado.
27 Luego dice a Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos; y alarga acá tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino fiel. 28 Entonces Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29 Le dice Jesús: Porque me has visto, oh Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron y creyeron.
38 Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos. 39 Pero esto sabed, que si supiese el padre de familia a qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40 Vosotros pues también, estad apercibidos; porque a la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá.
Palabra del Dia
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