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Actualizado: 24 de julio de 2025
Inmediatamente Perla logró desasirse de las manos de su madre, y corriendo hacia el arroyuelo, se detuvo en la orilla y se lavó la frente en sus aguas, hasta que creyó borrado completamente el beso recibido de mala gana.
Es V. muy buena, muy hermosa... inocente de todo; Dios bendiga á V. y la haga tan feliz como merece. Y diciendo esto, alzó las manos como para bendecir á la muchacha, tomó su cabeza entre ellas y le dió en la frente un beso.
Es tu acento el susurro que adormece del aura al retozar en la floresta, y el blando caramillo que solloza, bajo el beso lunar en primavera.
A las doce pidió que le arreglase las almohadas, lo hizo y le pagó con un beso; ¡el último!; a la una y cuarto perdió el conocimiento; a las tres expiró. ¡Pobre Gabriel... y pobre de ella!
Y se acercó a la cama juntando las manos, e inclinándose hacia ella, posó un ligero beso en su frente color de cera. «A mí también me ha besado así» gritaba una voz en mí. Después se sentó al pie de la cama, tan cerca de mi silla, que su brazo, que apoyaba en la mesa, tocaba casi mi hombro. Tenía los ojos fijos en ella, en la inmovilidad sombría de la desesperación.
43 Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel al cual soltó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? 45 No me diste beso, y ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con óleo; y ésta ha ungido con ungüento mis pies. 48 Y a ella dijo: Los pecados te son perdonados.
Serás muy desgraciadito y nadie te compadecerá. La mujer que primero te dé un beso, por esa te morirás y pasarás fatigas, y ella se reirá de ti... Velázquez sospechó en aquel momento que la máscara era Paca, y dijo riendo con fatuidad. Consiento en pasarlas. Dame un beso, prenda. No; no quiero tu desgracia sobre la conciencia... Suelta, niño. El la retuvo á pesar de sus esfuerzos.
-Yo lo creo así -respondió la duquesa-. Y por ahora, váyase Sancho a reposar, que después hablaremos más largo y daremos orden como vaya presto a encajarse, como él dice, aquel gobierno. De nuevo le besó las manos Sancho a la duquesa, y le suplicó le hiciese merced de que se tuviese buena cuenta con su rucio, porque era la lumbre de sus ojos. ¿Qué rucio es éste? -preguntó la duquesa.
«¿Por qué no has aprendido a echarte a su cuello cantando, desde que vuelve a su casa y, con la sonrisa en los labios, a borrar con un beso las arrugas de su frente?
Algo semejante a lo que ambos sintieron experimentarían de fijo nuestros primeros padres cuando emprendieron la tarea de poblar el mundo para que hubiese quien alabase a Dios. Sonó un beso digno del Paraíso.
Palabra del Dia
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