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Actualizado: 7 de julio de 2025


Recuerdo que leyendo una vez en la colección de monografías históricas publicada bajo la dirección del profesor Oncken, de Berlín, una Historia del Islamismo en Oriente y Occidente, encontré un pasaje en que el autor habla de los Emiratos independientes que surgieron de la primera invasión mogola, en el Asia Menor y en Armenia.

¡Oh, París! ¡París! decía abriendo los ojos y frunciendo los labios para expresar su admiración cuando hablaba á solas con el argentino . ¡Cómo me gustaría ir á él! Y para que le contase las cosas de París se permitía ciertas confidencias sobre los placeres de Berlín, pero con ruborosa modestia, admitiendo por adelantado que en el mundo hay más, mucho más, y que ella deseaba conocerlo.

Tan pronto hacía una excursión a París, tan pronto a Londres, tan pronto a Berlín y Roma; todas rápidas, porque no quería dejar a su hermanita sola mucho tiempo. En los días que pasaba en el Sotillo solía subir alguna que otra tarde al Escorial y allí conoció a Elena. Elena era huérfana de un farmacéutico.

La vida intelectual me parece que en Francia, más que en nación alguna, está reconcentrada en su capital, París. En Alemania hay muchos centros, como Berlín, Leipzig y Stuttgard, que persisten, a pesar de la unidad política creada por el Imperio. En los Estados Unidos, con no menor actividad, se escriben y se publican libros en Nueva York, en Boston, en Filadelfia o en Chicago.

F. W. Rogge, titulada Eine literarische Skizze, Berlín, 1883, Verlge von Otto Janke. El yerro de Ochoa es tanto menos disculpable, cuanto que en dicho artículo apela al testimonio de Montalván, cuya muerte, ocurrida en 1639, debía serle conocida: lo peor es que ese mal compilado tesoro tiene cierta autoridad entre muchos, y que sus errores han pasado por esta causa á otros libros.

Había tomado el baño y retardaba el momento de recobrar su uniforme, deleitándose con el sedoso contacto de la túnica femenina, igual á sus vestiduras orientales de Berlín. Blumhardt no manifestó la más leve extrañeza ante el aspecto de su general. Erguido militarmente habló en su idioma, mientras el conde le escuchaba con aire aburrido, pasando sus dedos sobre las teclas.

Según el Daily Mail en una carta de su corresponsal en Berlín la antigua capital del imperio se divierte como en sus mejores días. Alemania está deshaciéndose, y los mismos hombres que hace apenas unos meses lo sacrificaban todo por ella, hoy le dedican al fox-trot sus energías restantes. ¿Es posible tanta depravación? preguntará el lector.

Por otra parte, mi licencia está por terminar y tengo que volver a Berlín. Le pregunto si no podría conseguir una prórroga, pero bien veo que no la quiere: «Echa de menos el círculo...» Todos sabemos lo que es eso. Y, además, tiene que vender sus muebles y que arreglarse con sus acreedores. Vete, pues le digo; y Dios te acompañe, hijo mío.

Para seguir viviendo desahogadamente después del cataclismo, la humanidad iba á necesitar su apoyo ó su benevolencia. «Se ha desviado el centro político de la tierra piensa Lubimoff . Ya no está en París; tampoco está en Londres. Permaneció en Berlín algún tiempo, con temblores de inestabilidad, y ahora ha saltado el Océano

En la casa de Berlín, la servidumbre iba de calzón corto y peluca blanca en noches de gran comida. Karl había comprado un castillo viejo, con torreones puntiagudos, fantasmas en los subterráneos y varias leyendas de asesinatos, asaltos y violaciones, que amenizaban su historia de un modo interesante.

Palabra del Dia

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