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Actualizado: 7 de junio de 2025
Sin embargo, el aplomo y la franca naturalidad de Romadonga fueron disipando poco a poco su turbación. ¡Era un hombre tan llano, tan jovial y corriente aquel D. Laureano!: le bastaban pocos momentos para inspirar confianza a cualquiera y ganarle el corazón. Como por la mano supo llevar el discurso desde la salud corporal de la joven a las cualidades de su carácter.
»Perdistes los pozos en un día, pudiéndolos muy bien guardar, sabiendo que importaba la vida de todos mantenerlos, habiendo dicho muchas veces al Duque que no tenía la fuerza mucha necesidad de agua, porque los 2.000 hombres que habían de quedar en ella bastaban á defender los pozos á toda la potencia del gran Turco, y que con aquellos soldados os atrevíades vos á ir por tierra de aquí á Turquía.
Ignoro si allí habia los dos mil millones de reales á que subia la recaudacion; ignoro si en aquellas piras de oro se habian vertido seis mil doscientos cincuenta talegas de onzas; pero si no habia este número, habia tantas, que bastaban para asombrar al cristiano de más espíritu.
Pero, desgraciadamente, los anteojos no bastaban para su seguridad, y aquella misma mañana había habido una explicación bastante viva entre la señora de Candore y su hermano a propósito de la institutriz. Te aseguro, querida Hermancia, que no he pensado nunca en hacer la corte a miss Dodson. Calla, calla, Héctor, eres incorregible. Pero... ¿Crees que estoy ciega? Te repito...
Como Emma, que nada entendía del trivio ni del cuadrivio, se impacientase un poco viendo que Aguado no acababa de recetarle lo que ella necesitaba, el médico, que comprendió la impaciencia, resumió, diciendo que no hacían allí falta alguna los jaropes del otro, que bastaban unas tomas de aquellos glóbulos que él guardaba en aquella caja tan mona; y, sobre todo, mucho paseo, mucho ejercicio, distracción, diversiones, aire libre y mucha carne a la inglesa.
En los dramas en que la muchedumbre llega rugiendo a las puertas del palacio y amenaza saquearlo, nadie como él para hacer mucho ruido con poca gente; una docena de comparsas le bastaban para poner en sobresalto a la familia real; a uno le hacía gritar continuamente ¡esto no se puede sufrir!, a otro le mandaba exclamar sin punto de reposo, ¡mueran los tiranos!, a otro, ¡abajo las cadenas!, etc., etc., todo en un crescendo perfectamente ejecutado, que infundía pavor no sólo en el corazón del tirano sino en el de todos los que se interesaban por su suerte.
Un gesto, una mirada de su madre bastaban para paralizarlos cuando estaban hablando. Y si no sucedía tanto con los demás tertulios, algo se aproximaba. Todos parecían tener fe ciega en las altas disposiciones de aquella señora singular y reconocían de buen grado su autoridad. En el gabinete no había lujo.
A partir de aquí puso su proa al Sudoeste, yendo en busca de las islas Egades. Debía esperar en estas aguas, donde empieza á angostarse el Mediterráneo entre Túnez y Sicilia, irguiéndose el pico volcánico de la isla Pantelaria en mitad del inmenso estrecho. Le bastaban al conde breves indicaciones para que el rumbo seguido por Ferragut fuese con arreglo á sus deseos.
Cuando semejantes consideraciones no bastaban á desencantar á los ilusos, daba la carta que se le pedía, y á las veces su firma garantizando el pago del pasaje desde Santander á la Habana. Los padres de Andrés oyeron del generoso indiano las reflexiones más prudentes y los más sanos consejos, cuando á pedírselos fueron en vista de las reiteradas insinuaciones de aquél.
Satisfecha con su cuna, con la posición que ocupaba en la corte y con sus rentas, que la bastaban y aun la sobraban para destinar parte de ellas á la caridad, doña Juana de Velasco, ó sea la duquesa de Gandía, era feliz, salvo algunos importunos recuerdos de su juventud.
Palabra del Dia
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