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Actualizado: 7 de junio de 2025
Estas últimas palabras las acompañó el ayudante con un gesto expresivo, traspasando el aire con los dedos de punta, lo mismo que si los estuviese introduciendo por un cuerpo humano. Don Rosendo hizo un gesto de repugnancia, y guardó prolongado silencio. Al cabo, manifestó sordamente: Lo que sentiré es que estas malditas agujetas no me permitan tirarme a fondo. ¡Ca, hombre, ca!
Cogió un tubo acústico, sopló fuertemente y dijo en el portavoz: Campistrón, ven en seguida. Hay aquí unos señores que te van á contar cosas curiosas... Aplicó el aparato al oído, escuchó y dijo con vivacidad: Deja ese imbécil á tu ayudante y ven. Te digo que vale la pena. Que haga escalas mientras te espera.
De manera que, cuando don Manuel murió, solo había en la casa los objetos de su uso y adorno, en que no dejaba de adivinarse más el buen gusto que la holgura, los libros de don Manuel, que miraba la madre como pensamientos vivos de su esposo, que debían guardarse íntegros a su hijo ausente, y los enseres de la escuela, que un ayudante de don Manuel, que apenas le vio muerto se alzó con la mayor parte de sus discípulos, halló manera de comprar a la viuda, abandonada así por el que en conciencia debió continuar ayudándola, en una suma corta, la mayor, sin embargo, que después de la muerte de don Manuel se vio nunca en aquella pobre casa.
En la caída del convento y ya entrada en horas la noche, charlábamos sobre la madre patria, el cura del pueblo, excelente padre de la Orden de Recoletos, un oficial de partidas y mis queridos y buenos amigos de expedición, Melchor Ordoñez y Ciriaco Oñate, ayudante el primero del General de Marina y médico militar el segundo.
Convendría que el gobernador tuviese un asesor o teniente letrado, un ayudante y escribano de gobierno, y que asimismo hubiese un protector de indios y un fiscal letrado, pues de otra forma no podría darse buena forma a este gobierno; y para pagar estas cinco plazas se podían sacar tres por ciento de las utilidades, señalando a cada uno lo que pareciese conveniente.
Hay que protegerla; hay que ayudar al mediano; que gaste el de arriba, ya que tiene, pero que no sea todo para él... Maltrana interrumpió al viejo. Era capaz de permanecer allí toda la mañana si seguían escuchándolo. Le esperarían sus parroquianos; su ayudante, el Bobo, lanzábale miradas de impaciencia; el pobre Coleta aguardaba a que le dejase subir en el carro para ir a Madrid.
Llegó la hora del reconocimiento, y todos querían ir; pero el general Mendieta, que no se deja impresionar, no consintió en ello, autorizando á su ayudante el teniente Carrerá y al teniente veterinario Federico Cagigal, para que acompañasen á las fuerzas del capitán Castillo en el reconocimiento.
Particularmente Leto, parecía endurecerse y animarse con la pesadumbre del calor y los esfuerzos de la brega. Al Ayudante le daba siete tantos y la salida, si la quería; y así y todo le llevaba de calle, porque no había defensa posible contra un modo de jugar como el de Leto. Y cuidado que el Ayudante jugaba bien; pero como no lograra pegar al otro a la baranda, cosa perdida.
Su vida era un tejido incesante de conferencias, excursiones a este o al otro pueblo, tratos y cartas que escribir y que leer. Pepe Güeto se hizo el ayudante y el secretario de D. Acisclo, y también escribía, viajaba y conferenciaba. Doña Luz y doña Manolita se hacían compañía mutuamente, abandonadas por D. Acisclo y Pepe Güeto.
Partiendo el Mac-Cullock á las 11 de la mañana del 17 de Mayo para Filipinas, fondeábamos entre doce y una de la tarde del 19, en aguas de Cavite; é inmediatamente la lancha del Almirante con su Ayudante y Secretario particular vino á sacarme para el Olimpia, donde fuí recibido con mi Ayudante Sr. Leyva con honores de General por una sección de guardias marinas.
Palabra del Dia
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