Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de octubre de 2025


A ese no hay quien le mate... Me lo dice el corazón. Otra desgracia más próxima quebrantó su calma. Un anochecer, al regresar á la avenida Víctor Hugo, encontró á doña Luisa con aspecto de terror llevándose las manos á la cabeza. La niña, Marcelo... ¡la niña!

El portero acababa de abrir la verja y el automóvil de la casa, tras un retroceso para reanudar su marcha, entraba lentamente por la avenida principal del jardín. Corrieron los jóvenes, seguidos por el aña, hacia la entrada del hotel, para salir al encuentro de doña Cristina. Al descender ésta del automóvil y ver á Pepita con el ingeniero, miró severamente al aña.

Al extremo de la Avenida, el jardín de la Recoleta iba igualando los tonos oscuros de su arboleda tropical; y por encima, cerrando la perspectiva en la entrada del cementerio, la iglesia del Pilar, pequeña, simple, con algo de atónito en su distante apariencia: vieja capilla que la ciudad colonial desaparecida había dejado allí disimulada en la humildad de su encanto.

No sostengo sino que mañana a las siete estaré en el bosque de Bolonia, avenida de la Muette, con un testigo, y armas. ¡Hasta mañana! Mejor hasta la noche; pues hoy es jueves, día de recepción en casa de Antoñita, y por nada me privaría de verla. Está bien; a la noche la veremos, y mañana nos veremos. Dicho esto, Amaury se alejó furioso y regocijado al mismo tiempo.

Cuando éste avanzó la cabeza, sólo pudo ver unos bultos que se ocultaban en un sendero lateral. Eran ellos, no lo dudes continuó la duquesa, riendo . Marchaban por en medio de la avenida. Esa Valeria es muy lista; se ha vuelto al oir el ruido de un coche, reconociéndome al instante. Se llevó al sabio como si lo arrastrase. Cesó de reir, adquiriendo su rostro una gravedad melancólica.

Entretanto, en la aristocrática Tercera Avenida no hay elevado, ni tranvías, y al Central Park no entran los humildes fiacres que estamos habituados a ver en el Bois de Boulogne. No critico la medida, pero hago constar la falta de lógica. Puedo asegurar que no hay pueblo sobre la tierra que apegue más importancia a las preocupaciones humanas que radican en la vanidad.

Al fin conseguí llegar a la relativa obscuridad que proyectaba la vieja avenida de hayas que conducía directamente a la casa del guarda sobre el camino de Dilwyn, y proseguí a lo largo de ella como cerca de media milla, cuando de pronto mi corazón saltó de alegría, porque delante de distinguí a los dos que iban a la par conversando animadamente.

La galerita de las de Pajares, a pesar de su cubierta charolada, de los arneses brillantes y de sus ruedas amarillas, tan finas y ligeras que parecían las de un juguete, aparecía empequeñecida y deslustrada en el gigantesco rosario de berlinas y carretelas, faetones y dog-carts que, como arcaduces de noria, estaban toda la tarde dando vueltas y más vueltas por la avenida central del paseo.

Miraba curiosamente, á partir de este instante, á todos los transeúntes, y á veces apresuraba el paso para examinar á algunos que se le asemejaban por la espalda. Una tarde creyó reconocerlo en un carruaje de alquiler cuyo caballo marchaba á vivo trote por la avenida del Prado; pero cuando quiso seguirle, el vehículo había desaparecido en una calle inmediata.

Es simplemente el mayordomo que tenía la difunta en su hotel de la Avenida del Bosque... Un majestuoso doméstico, que sabe guardar las distancias lo mismo que un diplomático, y por eso se mantenía aparte, con un digno espíritu de clase. ¡Y yo que tomaba esta tiesura por orgullo! El recuerdo de sus pasadas curiosidades surgió en Maltrana como un remordimiento.

Palabra del Dia

neguéis

Otros Mirando