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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Fui transportado a una farmacia, y mientras me curaban, apareció el chauffeur, bastante indignado. El chauffeur pretendía que su automóvil no había chocado conmigo, sino al contrario, que yo había chocado con su automóvil. Usted gritaba se ha echado encima de nosotros. Pero ¿con qué objeto? le preguntaba yo. A lo cual el chauffeur hacía un gesto vago como diciendo: ¡Lo ignoro!
Los cinco caballos, ante esta amenaza, pasaron por delante de Lorenzo en irreprochable formación; bajó la señal; sonaron los rebenques y el lote partió, levantando tras sí como la cortina de polvo de un automóvil en marcha.
La cruz escueta permanecía inmóvil sobre la tierra blanca de cal. Cerca de ella aleteaban las banderas. Se movían á un lado y á otro como una cabeza que protesta, sonriendo irónicamente. ¡No!... ¡No! Siguió avanzando el automóvil. El guía señalaba ahora un grupo lejano de tumbas. Allí era indudablemente donde se había batido el regimiento.
Todos los días se organizaban nuevos paseos a caballo, en bicicleta, en automóvil o en coche. Por la noche se bailaba en el Casino o en alguna villa. Huberto no dejaba a María Teresa y acentuaba cada vez más su preferencia. El mes de septiembre estaba ya muy adelantado, y nadie pensaba en partir de Etretat. Todos sentían alejarse después de aquella estación que había corrido tan alegremente.
Chichí interrumpió con su presencia las dolorosas reflexiones de los dos. Había corrido hacia el automóvil y regresaba con una brazada de flores. Colgó una corona en la cruz; depositó un ramo enorme al pie de ésta.
El automóvil, dejando atrás el villorrio de La Turbie, corría ahora por la antigua vía romana. Veo á las legiones murmuró gravemente don Marcos. Era una manía.
El automóvil lo llevó hasta una playa a través de desfiladeros y túneles perforados en el basalto, después de los cuales reaparecía el caserío. Siguió caminos abiertos en cornisa entre la bahía luminosa y unas pendientes casi verticales cubiertas de bosques de un verde metálico.
Ella estaría allí en un palco, rodeada de luz, con su tía y sus amigas, tal vez bajo las hambrientas miradas de codicia varonil fijas en las tersas blancuras de su escote. ¡Y él, lejos!, ¡cada vez más lejos!... Al bajar del automóvil encontró desiertos los alrededores de la estación.
Su esposa daba fiestas y asistía á todas las más famosas de París; ocupaban en la avenida Henri Martin el segundo piso de una casa elegante; frente á su puerta esperaba un hermoso automóvil; tenían cinco criados... No llegaba á explicarse en virtud de qué leyes misteriosas y equilibrios inconcebibles podían mantener él y su mujer este lujo, contrayendo todos los días nuevas deudas y necesitando cada vez más dinero para el sostenimiento de su costosa existencia.
Instintivamente buscó el botón eléctrico para hacer la obscuridad, y antes de perder completamente la percepción del mundo exterior oyó sus primeros ronquidos. Una luz hiriéndole en los ojos le hizo incorporarse. Vió al coronel junto á su lecho. El profundo silencio de la noche, que aún parecía más absoluto sostenido por el rumor del mar, se rasgaba á lo lejos con el jadeo de un automóvil.
Palabra del Dia
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