Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de mayo de 2025


Uno de los oficiales, viejo artillero, les explicó esta precaución. Debían seguir cuesta arriba cautelosamente. Estaban al alcance del enemigo, y un automóvil podía atraer sus cañonazos. Un poco fatigosa la subida continuó . ¡Animo, señor senador!... Ya estamos cerca. Empezaron á cruzarse en el camino con soldados de artillería. Muchos de ellos sólo tenían de militar el kepis.

El «viejo» querría tenerle largas temporadas fuera de París; pero acabó por conformarse, pensando en que esto daría ocasión á frecuentes viajes en automóvil. Desnoyers se acordaba de los parientes de Berlín. ¿Por qué no había de tener su castillo, como los otros?... Las ocasiones eran tentadoras. A docenas le ofrecían las mansiones históricas.

En el comedor de los Extranjeros del Club Automóvil, los convidados estaban acabando de comer. Eran las diez de la noche y los jefes de comedor servían el café. Los mozos se habían retirado y en el salón contiguo estaban preparadas las cajas de cigarros para los fumadores.

Vió un automóvil de alquiler, un automóvil de París, con su taxímetro en el pescante. El chauffeur se paseaba tranquilamente junto al vehículo, como si estuviese en su punto de parada. No tardó en entablar conversación con este señor que se le aparecía roto y sucio como un vagabundo, con media cara lívida por la huella de un golpe.

Porque Gillespie sólo podía imaginar que fuese un emisario del Consejo Ejecutivo este oficial que brillaba al sol como si fuese todo él vestido de vidrio y además llegaba montado en un vehículo automóvil de aspecto tan fiero. Puso sobre la arena una de sus manos, y el militar montó en la palma con cierta torpeza, que hizo sonreir al coloso.

Hay tiempo. Mi automóvil nos llevará en un instante. De pronto, una conmoción en todo el hotel: repiqueteo de timbres, alaridos de sorpresa de la doncella antipática, choque de puertas, voces de hombres. La doncella entró corriendo: Señora.... ¡Es el señor! No dijo más, pero la vieja lo adivinó todo. «El señor» sólo podía ser uno.

Todo esto fué rapidísimo, casi instantáneo, sucediéndose las imágenes con una velocidad que las fundía unas en otras. Sólo recuerdo el salto grotesco y horrible, un salto de fusilado, que dió la víctima al desaparecer bajo el automóvil con los brazos abiertos. El vehículo se levantó como una lancha sobre una pequeña ola. Pero esta ola era sólida, y su dureza pareció crujir.

Hablan de él como los pintores de una nueva manera de expresar la luz, como los escritores de las imágenes originales encontradas por un colega. Lo que más les irrita es que ya no podrán emplear sin escándalo el procedimiento del automóvil. Ha perdido toda novedad. ¡Y á cada uno de ellos le hubiese gustado tanto ser el primero!...

Y como estaban en pleno bosque, se fue sobre Ojeda, besándolo a espaldas del hermano. La rápida aparición del automóvil en las inmediaciones de la Cascatinha había producido cierta alarma en Maltrana y sus compañeros. El testigo pacificador, que tanto había rogado a Isidro para impedir el lance, sintió gran miedo y no menor contento al notar la llegada del automóvil.

Sin duda era la policía, que, avisada por alguien del buque, venía a sorprenderlos. Y lo mismo pensaron los demás. Por esto cuando el automóvil dio la vuelta, alejándose, desearon todos finalizar el acto cuanto antes, evitándose una sorpresa que consideraban inminente. Llevaban dos horas de vagar por los alrededores de Río Janeiro.

Palabra del Dia

evocaban

Otros Mirando