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Actualizado: 25 de julio de 2025
La atrajo a sí la señora y obligóla a arrodillarse delante del sillón, para tenerla más cerca todavía y poder besarla a sus anchas, en la boca, en los ojos, en la frente, en el pelo rubio y ondeado. La joven, sorprendida, repetía: Mamá, mi buena mamá...
No he sido franca contigo, Roberto; he burlado tu confianza. Y con la respiración jadeante, arrancando penosamente las palabras de mi garganta, le conté lo que había hecho con sus cartas. Estaba lejos de haber concluido, cuando de pronto me tomó en sus brazos y me atrajo hacia él. Olga, ¿es verdad? exclamó fuera de sí en su gozo. ¿Puedes jurarme que es la verdad?
Incorpórame un poco, que no tengo fuerzas yo. Fué a hacerlo y en el mismo instante su madre dejó caer la cabeza hacia un lado y se quedó muerta, sin un suspiro, sin una contracción que acusase dolor, como un pájaro, según la expresiva imagen del vulgo. El grito desgarrador del joven atrajo a la gente de casa. Sacáronle de ella unos parientes y le llevaron a la suya, lo mismo que a su hermana.
No, no, por cierto. Bueno dijo mi padre radiante, entonces la palma es de Máximo... Te aseguro, querido papá, que no lo sé y que nunca me he preguntado semejante cosa. Mi único pensamiento, que ha absorbido todos los demás, ha sido no serte molesta, no disgustarte y tratar de hacerme querer un poco. Todo lo demás me es igual. Mi padre me atrajo hacia sí y me besó tiernamente. ¡Pobre hija mía!
Mientras ella le prendía la cruz al uniforme, Carlos, conmovido por aquel pensamiento delicado que le unía más estrechamente aún a su familia de adopción, atrajo hacia la suya aquella querida cara. ¡Oh! tía Liette, ¿cómo agradeceré jamás lo que has hecho por mí?... Siendo feliz, hijo mío respondió Liette con una sonrisa tiernamente maternal.
Había cenado en la taberna, asilo de los días felices, los platos más suculentos, dándose, además, el gusto de pagar el matinal chocolate a los compañeros de redacción, asombrados de tanta riqueza. El buen amigo del fielato, que todas las madrugadas le ofrecía un cigarro y una parte de su café, atrajo igualmente su generosidad.
En el año de 1830, el acopio de la cascarilla vino á dar una nueva vida á la provincia, por el comercio que este precioso vegetal atrajo á su interior, y solamente desde entónces los habitantes, acostumbrados al simple comercio de trueque, empezaron á conocer el valor del metal amonedado.
Los brazos que se juntaban indiferentes en torno de la dormida criatura, comenzaron a temblar y a estrecharla convulsivamente. Y después, con un impulso profundo, potente, prorrumpió en sollozos, y atrajo hacia su seno a la niña una y otra vez, como si quisiese sustituirla a la que allí había guardado en otro tiempo.
Era una pieza humildísima, sin duda alguna, pero limpia como una patena, y lo que más me atrajo fue el risueño aspecto de su balcón.
Por fortuna, el Mediterráneo estaba libre de tal calamidad. Los ingleses tenían bien guardada la puerta de Gibraltar, y todo él era un lago tranquilo dominado por los aliados. Antes de acostarse, Ferragut entró en una cámara de la cubierta alta, donde estaba instalada la telegrafía sin hilos. Le atrajo el chirriar de aceite frito que lanzaban los aparatos.
Palabra del Dia
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