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Actualizado: 10 de julio de 2025
Todos le felicitaron, aunque muchos de ellos sabían a qué atenerse respecto a aquel admirable desprendimiento. Examinaron un momento las obras y siguieron después su marcha hacia el establecimiento minero. Este se halla situado a la salida misma de la villa. Al exterior ofrecía el aspecto de una pequeña fabricación con algunas chimeneas que despedían humo negro.
FRAICHEROSE. ¿A causa de mi amante...? ¡Bah! ¡Ya sabe a qué atenerse...! Todas las mañanas recibe varios anónimos. ¡Y figúrate si estará enterado...! Además le he confesado que tú eras el amado de mi corazón... RAÚL. ¡Ah...! ¿Y qué te ha contestado...? FRAICHEROSE. Cosas muy bien dichas: «Podías haber elegido a alguno peor, querida mía...» ¿Eh...? ¡Es muy chic...! ¡Es Luis XV puro...!
Se juraba a sí mismo el Maquiavelo del cabildo no abandonar el puesto sin saber a qué atenerse. El Magistral había resuelto no entrar aquel día en la capilla que llamaban suya. Confesar aquella tarde hubiera sido una excepción, motivo para dar que decir. ¿Estarían allí todavía aquellas señoras?
Todo sale de la sensacion: pero es porque Condillac hace hablar á la estatua, del modo que á él le parece bien, sin atenerse á la hipótesis de la sensacion sola. DIFERENCIA ENTRE LAS IDEAS GEOM
Después se enderezó; y mirando valientemente a los ojos mismos, grandes, negros y melancólicos, de su interlocutor, respondiole: En eso de rumores públicos, ¡es tan difícil saber a qué atenerse! ¡Se abusa tanto de ellos!... A Cristo le crucificaron, conque figúrese usted. Y Ángel tuvo que sonreírse, porque a ello le obligaron esta salida y la singular expresión de que fue acompañada.
Antejósele a Jacobo que aquel militar era de la clase de tropa que iría al ministerio de la Guerra y siguióle con la vista muy atentamente... Mas el militar dobló la esquina de la casa de Riera, dando un resbalón, y desapareció por la calle del Turco... ¡La calle del Turco!... ¡Ah! ¡La calle del Turco!... Allí se había cometido cuatro años atrás un asesinato, otro asesinato, en la persona de un hombre famoso, de un amigo que le había hecho a él grandes favores, favores de lobo a lobo, pero al fin y al cabo siempre favores... También entonces habíase vislumbrado en aquello la mano de los masones, y él, ¡oh!, él sabía bien a qué atenerse... Por eso tuvo que huir a toda prisa impulsado por el destino, pícaro destino, que le arrebataba a Constantinopla a resbalar en otro charco de sangre y a emprender otra fuga a Italia, a Francia, a España más tarde.
Todos sabían a qué atenerse respecto a sus relaciones. Ordinariamente, Clementina salía del brazo de su amante. Charlaban largo rato en el foyer, a presencia de todos, esperando el coche. Entraba al fin en éste. Antes de partir todavía cambiaban en tono confidencial buena copia de frases entreveradas, de alegres carcajadas.
Podía acercarse á ellas y entablar conversación, sin que experimentasen extrañeza. «Hablan de la guerra», volvió á repetirse; pero con la conmiseración de una inteligencia superior que conoce el porvenir y se halla por encima de las impresiones del vulgo. Sabía á qué atenerse.
Paz se había propuesto saber a qué atenerse respecto al origen de la tristeza de Pepe, y cuando una mujer enamorada forma resolución semejante, el secreto puede darse por descubierto. La obstinación de Pepe en callar fue inútil: Paz puso tanto empeño en saber los disgustos de su amante, como éste en seguir paso a paso los incomprensibles manejos del cura.
Y luego que consiguiera el título, ¿qué iba a hacer?... El pesimismo se había apoderado de Maltrana. ¿Para qué doctorarse? El estudio no significaba sabiduría, sino rutina. El había visto mucho y sabía a qué atenerse. La Universidad era una mentira, como todas las instituciones sociales.
Palabra del Dia
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