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Actualizado: 16 de junio de 2025
¡Cómo á una perdida! exclamó Montiño, que se estremeció, porque veía una nueva complicación. Sí... yo no había querido decirte nada, pero además del galopín Cosme Aldaba ha estado aquí una mujer. ¡Una mujer! ¡Buscándote! ¡Eso es mentira! ¡La querida del duque de Lerma! Montiño puso asustado su mano sobre la boca de su mujer.
Luego fijó tiernamente los ojos en su madre y en su marido y sonrió. En seguida volvió la cabeza y quedó inmóvil. Guillermo, asustado, asió su mano; estaba fría. Cornelia había muerto.»
El pobre duque estaba tan acosado por todas partes de recelos, tan asustado por avisos; y era tan grave lo que acerca de la reina le había dicho Francisco Martínez Montiño, que su cabeza se había convertido, como decimos los españoles, en una olla de grillos.
Visita reía a carcajadas adivinando, sin verlo, el rostro asustado de su marido. Avanzó lentamente llevando extendidas las manos y acercándose le tomó la cabeza y le besó repetidas veces. ¡Pero, hija mía, si no son más que las ocho! dijo él, que como hombre de vida metódica y escrupulosamente regularizada aún no volvía de su asombro . ¿Cómo estás ya peinada y vestida?
El padre Aliaga comprendió que el cocinero mayor estaba bastante asustado para que fuese necesario asustarle más, y que seguir asustándole sería dar motivo á que no dijese una palabra con concierto. Vamos, vamos; no os he hecho venir... Perdone vuestra señoría; me han traído preso. Pues bien, no os he mandado prender para manteneros preso, sino para que viniérais. No pretendo haceros mal alguno.
¡Jesús, qué diablos de hombres! ¡Me habéis asustado! exclamó Flora pasando instantáneamente del enojo á la risa. Demetria no dijo nada, pero clavó sus grandes ojos límpidos en Nolo con expresión amorosa.
Media hora después llegaban a la estación en que dejaban el tren para tomar a pie la carretera que los conducía a las marismas de Palomares. Don Víctor despertó asustado, gracias a un golpe que le dio en el hombro Frígilis. Había soñado mil disparates inconexos; él mismo, vestido de canónigo con traje de coro, casaba en la iglesia parroquial del Vivero a don Álvaro y a la Regenta.
Bonis se apoderó del papel como de una presa, como si se lo disputaran; miró azorado a la escalera y hacia la calle temiendo que aparecieran testigos; y cuando ya el cartero tomaba la puerta, le dijo asustado, temblando ante el temor de que no se le hubiera ocurrido llamarle: Oiga usted, cartero.... El cuarto, el cuarto, hombre. No, señorito; no es puñalada de pícaro; otro día cobraré.
¿Qué pasa? se dijo asustado Bonis. Pensó de repente, como antaño : Emma se ha puesto mala, y me va a echar la culpa. Se dirigió hacia la escalera, cuya puerta abrieron con estrépito desde dentro; bajando de dos en dos los peldaños, venían dos bultos: el primo Sebastián y Minghetti, que atropellaron a Bonis.
Cuando Crespo, al obscurecer, entró en la alcoba de Ana, la llamó en vano dos, tres veces.... Pidió luz asustado y vio a su amiga como muerta, supina, y sobre el embozo de la cama el pliego perfumado de Mesía.
Palabra del Dia
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