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Actualizado: 9 de junio de 2025


La historia de la Severa Villafañe es un romance lastimero, es un cuento de hadas en que la más hermosa princesa de sus tiempos anda errante y fugitiva, disfrazada de pastora unas veces, mendigando un asilo y un pedazo de pan otras, para escapar a las asechanzas de algún gigante espantoso, de algún sanguinario Barba Azul.

Cabe anchurosa playa de fina y suave arena y al pié de una montaña cubierta de verdor, hallé en mi patria asilo bajo arboleda amena, y en sus umbrosos bosques, tranquilidad serena, reposo a mi cerebro, silencio a mi dolor. Hoja seca que vuela indecisa y arrebata violento turbión, así vive en la tierra el viajero, sin norte, sin alma, sin patria ni amor.

Había cenado en la taberna, asilo de los días felices, los platos más suculentos, dándose, además, el gusto de pagar el matinal chocolate a los compañeros de redacción, asombrados de tanta riqueza. El buen amigo del fielato, que todas las madrugadas le ofrecía un cigarro y una parte de su café, atrajo igualmente su generosidad.

Los barrios que sirven de asilo ó de foco principal á esa raza degradada son los de Saint Giles, Spitalfields, Bethnal-Green y White-Chapel; pero no todos tienen el mismo destino ni una situacion análoga.

El otro barrio es el asilo de las clases acomodadas, gentes que, pasados los momentos de contiendas, son estimables por su carácter generoso y franco y su hospitalidad para con el viajero. Mompos es la ciudad que resume por excelencia el contraste de la conquista ó la civilización española con la antigua situacion indígena.

Desde sus viviendas suntuosas unos hombres de la nada, hijos de labriegos y menestrales, me señalan con el dedo á sus vecinos haciendo escarnio de mi figura y mi pobreza. ¡Qué vamos á hacer! La lucha es imposible, amado primo. Á la aristocracia sucede la plutocracia. Pero ésta pasará también, consolémonos con ello. Sufre, pues, con paciencia que profanen tu hermoso asilo.

Cuando suena la tempestad en el bosque, cuando arranca y derriba los pinos gigantescos, cuya caida hace resonar la montana, tu me guias a un asilo seguro y me revelas los secretos maravillosos de mi propio corazon; cuando la luna tranquila sube lentamente a los cielos, las sombras plateadas de los tiempos antiguos se presentan a mis ojos, sobre las rocas y en las arboledas, y parece que me suavizan el severo placer de la meditacion.

El espacio vacío donde un año antes estuviera la casa de D. Felicísimo, le detuvo en su penoso viaje aéreo; pero dando algunos saltos llegó a una casa que parecía brindar al pobre fugitivo seguro y cómodo asilo.

Mucho se alegró el ministro de verse al fin en este asilo, sin haberse vendido él mismo cometiendo una de esas extrañas y malignas excentricidades, á que había estado continuamente expuesto, mientras atravesaba las calles de la población.

Pero no fué esto lo peor que escuchó la pobrecilla mientras, llena de vergüenza, devolvía á la tumba aquel despojo que había querido profanar sacándolo de tan venerable asilo. No fué esto lo peor que oyó, porque el viejo, bajando la voz y como si hablara consigo mismo, dijo: Al fin tendré que tomar una determinación contigo.

Palabra del Dia

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