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Actualizado: 22 de junio de 2025


Hojeando los libros canónicos de defunciones de aquel pueblo, correspondientes á los meses de Abril y Mayo del año 1772, y fijándose en las páginas que empiezan en el asiento 28, se verá el tristísimo cuadro de las más encarnizadas hecatombes que registra la historia de la viruela.

Por este tiempo se habia introducido un nuevo género de resigna de las prebendas y beneficios, con reserva de todos los frutos, asiento, voz y nombre ad vitam resignantis: y así solamente gozaba el resignatario del derecho de suceder.

Estas palabras no bastaron para disipar el fastidio que sentía sin saber por qué, y permanecí por algún tiempo silenciosa y quieta en mi asiento, observando al señor de Couprat que conversaba risueñamente con Blanca. ¡Ah, cómo me gustaba!

14 Desde la morada de su asiento miró sobre todos los moradores de la tierra. 15 El formó el corazón de todos ellos; el considera todas sus obras. 16 El rey no es salvo con la multitud del ejército; no escapa el valiente con la mucha fuerza. 17 Vanidad es el caballo para la salud; con la grandeza de su fuerza no librará.

Su Excelencia tomaba el café al aire libre, y le obligó á sentarse á su lado. Sólo tres oficiales le acompañaban... Gran consumo de licores procedentes de su bodega. Hablaban en alemán entre ellos, y así permaneció don Marcelo cerca de una hora inmóvil, deseando marcharse y no encontrando el momento oportuno para abandonar su asiento y desaparecer.

Y cuando el destino le ofrecía el goce de una existencia bella, sosegada, cómoda; cuando su talento reconocido y su grandeza de espíritu, le daban asiento firme entre los que ya podían echarse a descansar, formó con su vida una flor, y la puso a los pies de la patria. Era el año 1891, y era el mes de octubre.

Y otras cosas, que me callo, que dejé por lo que tocaba a mi honra." "Y vine a esta ciudad, pensando que hallaría un buen asiento; mas no me ha sucedido como pensé. Canónigos y señores de la iglesia, muchos hallo; mas es gente tan limitada, que no los sacarán de su paso todo el mundo. Caballeros de media talla también me ruegan; mas servir con éstos es gran trabajo.

Aquella pequeña y tersa frente de estatua griega sentía su sombra y se obscurecía. Elena dejó escapar un suspiro, apartó sus ojos extáticos del horizonte y se alzó del asiento. Miró el reloj de la chimenea: eran las once. Tomó el quitasol y bajó al parque.

En el antedespacho de los gerentes de Banco, los ordenanzas le ofrecían asiento misericordiosamente, dudando de que el personaje que estaba al otro lado de la puerta se dignase recibirlo. Pero apenas sonaba adentro su nombre, el mismo gerente corría á abrir. Y el pobre empleado quedaba estupefacto al escuchar cómo el gaucho decía, á guisa de saludo: «Vengo á que me den trescientos mil pesos.

Si he de ser franco, diré que me hubiera sido imposible evitarlo; no tenía fuerzas; me encontraba aturdido, asombrado de cuanto acababa de ver y oír. Apenas si me encontraba aún con energías para levantarme de mi asiento y dar algunos pasos, a fin de convencerme de que no soñaba.

Palabra del Dia

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