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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Di un salto en el asiento y me apresuré a abrir la ventanilla, clavando mis ojos ansiosos en la oscuridad de la llanura.
Luis huía de todo contacto; se recogía como doncella medrosica en su asiento. El recuerdo de los amigotes era su única defensa. ¿Qué diría su amigo el marqués, un verdadero filósofo, que, contento con su libertad de marido divorciado, saludaba a su mujer en la calle y besaba a los niños nacidos mucho después de la separación? Aquel era un hombre. Había que terminar una escena que juzgaba ridícula.
Iba siempre a todas partes con la cesta al brazo; una enorme cesta, siempre blanca, que no soltaba ni al tomar asiento, y por lo íntimamente unida a su persona, parecía un nuevo miembro de su cuerpo.
Ricardo lo adivinó todo y cayó en brazos del coronel, derramando un torrente de lágrimas. Aquella noche tomó asiento en el tren del Norte. La noche funesta de aquel viaje quedó grabada hondamente en su corazón.
Creo que ha muerto hace media hora dijo el campanero . Cuando he subido a mi casa por las llaves, salía un médico del palacio, y así se lo decía a un canónigo.... Pero sentémonos. Tomaron todos asiento, con la gorra calada, en los peldaños de la verja del altar mayor. Mariano dejó en el suelo el manojo de las llaves, un racimo de hierro como una maza.
Tomé el ferrocarril de Alicante; pasó el tren por Aranjuez, Castillejo y Villasequilla, y á 100 kilómetros de Madrid descendí del wagon, en Tembleque, para tomar asiento en la diligencia que debia conducirme á Granada, atravesando los Montes de Toledo y la Sierra-Morena, y pasando por Jaen.
Hexe-Baizel, trae un asiento a Hullin. Luego sentose el contrabandista en el hogar, con la espalda hacia el fuego y frente a la puerta abierta, por la que penetraban juntos los vientos de Alsacia y de Suiza.
Se sentó en un asiento bajo, casi a los pies de la señora d'Ornay, y miró curiosamente a su alrededor; lo que, visto por la linda Mabel, la hizo exclamar: ¡Pone usted ojos de notario ejecutor, amigo mío! ¿Qué quiere usted inventariar? El literato transportó su mirada sobre la linda persona que cubierta de terciopelo y azabache, se movía entre crujidos de seda.
Tiene su asiento en una colina superior, inmediata á la planicie de la Alhambra, y está, á su turno, dominado por otra colina mas alta, donde antes existia una fortaleza que el mariscal Soult hizo volar durante la guerra de Napoleón, y cuyas escasas ruinas se encuentran aún dispersas en la loma.
Y doña Luisa, inmóvil en su asiento, siguiendo con la mirada el paso de Chichí entre las tumbas, volvía á, interrumpir su rezo: ¡Señor, por las madres sin hijos... por los pequeños sin padre... por que tu cólera nos olvide y tu sonrisa vuelva á nosotros! El marido, caído en su asiento, miraba también el campo fúnebre.
Palabra del Dia
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