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Actualizado: 22 de junio de 2025


Donde en su propia natural belleza Asiste la hermosa poesia Entera de los pies á la cabeza! Esta canalla digo que se endiabla, Que por darles calor su muchedumbre, Ya su ruina, ó ya la nuestra entabla. Vosotros de mis ojos gloria y lumbre, Faroles do mi luz de asiento mora, Ya por naturaleza, ó por costumbre,

Seguramente sus torpes manos no recordaban cómo se lleva la comida a la boca. Puestas las raciones sobre la mesa, un criado las cogía y las iba poniendo en sendos cestos que tenía cada pobre detrás de su asiento.

Echábanles sobre los lomos la gran silla moruna de alto arzón y asiento amarillo, con estribos vaqueros, y había bestia que al recibir este peso estaba próxima a doblar las patas. Potaje mostrábase altanero en sus discusiones con el contratista de caballos, hablando en nombre propio y en el de los camaradas, haciendo reír hasta a los «monos sabios» con sus gitanescas maldiciones.

Abandonó su asiento, dio unos paseos por la habitación presa de viva inquietud, se detuvo ante una papelera, sacó del bolsillo una llavecita, y tras una corta vacilación abrió con ella un mueble y extrajo de él un cuaderno. Aquel cuaderno era el diario del doctor. En él escribía el señor de Avrigny todo cuanto le pasaba cotidianamente, lo mismo que hacía Amaury en el suyo.

Bajarían en Río Janeiro, se esconderían, dejando que partiese el vapor, y tomarían pasaje en otro buque de los que volvían a Europa... ¡Ah, el hermoso Berlín! En ninguna ciudad de la tierra se vivía con más felicidad. Casi saltó Fernando de su asiento a impulsos de la sorpresa. ¿Volver a Europa, cuando aún no había llegado al término de su viaje?

Las familias más importantes acostumbraban a entrar en aquellos palcos fementidos después de abierto el telón, con la misma solemnidad que si penetrasen en una platea del teatro Real, y por de contado con mucho más ruido. No es posible figurarse bien el horrísono traquido que daba aquel respaldo al ser empujado y aquel asiento al dejarlo caer con ánimo de llamar la atención.

El Tribunal de comercio y la Bolsa tienen su residencia en ese espléndido palacio de la especulacion. Allí tuvo su asiento, como he dicho, la famosa Casa de contratacion, institucion establecida por la España en sus tiempos de obcecacion política para explotar el comercio de sus colonias colombianas, mediante el monopolio.

No era la primera vez que se resolvían así los más hermosos pensamientos, que se defraudaban las esperanzas con grandes palabras y pequeñas acciones: antes de don Custodio, hubo otros muchos, ¡muchísimos! En medio de la sala y bajo los faroles rojos, se veían cuatro mesas redondas, dispuestas simétricamente formando un cuadrado; servían de asiento banquillos de madera igualmente redondos.

Garay á Santa-Fé llegó contento, Y en breve á la Asumpcion ha procurado Subir á remo y vela con el viento; Salió de mucha gente acompañado: Que esto de estar un hombre en grande asiento, Y pròspera fortuna colocado, Aumenta los amigos, y los criados; Los pobres luego son desamparados.

Cuando hubieron comido según sus deseos, empezaron á levantarse de las sillas y á cambiar de asiento y postura, formando pequeños grupos, retrayéndose las parejas enamoradas á los rincones para charlar más á su gusto. Pero seguían cambiándose entre unos y otros, aunque á distancia, las mismas guasas picantes. Se charlaba, se gritaba, se reía cada vez con mayor ruido y regocijo.

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