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Actualizado: 29 de julio de 2025
Y diciendo y haciendo, tragó dos chupadas de su colilla, arrojando después el humo por boca y narices con la abundancia y facilidad de una chimenea de vapor. El señor desconocido le miraba cada vez con mayor curiosidad. Y ¿á qué te dedicas tú? Á cuidar el bote del tío Bandiate. ¿Y nada más? También soy raquero. ¡Hola, hola! ¿Y qué tal el oficio?
Se acercó, no obstante, a lo largo de la tartana, sin que se oyese ni un solo disparo. Entonces, arrojando su amarra, recomendó su alma a Dios, porque, según los informes topográficos y precisos del artillero, era en aquel momento cuando las amplias bocas de los esmeriles debían hacer un fuego del infierno. Esperó, pues, y besó su rosario exclamando: ¡De rodillas, hermanos míos, somos muertos!
A un lado, y metidas en sendos cajones bruñidos por el uso, estaban las tres piedras moledoras que daban vueltas triturando el maíz o el centeno y arrojando por intervalos iguales un copo de harina en el cajón. Andrés pasaba dulcemente las horas en aquel recinto.
¿Lo ven VV.? gritaba encolerizado en medio de la redacción arrojando el sombrero contra el suelo. ¡Hace tantos años que yo le guardo fielmente el secreto de que es un animal, y él mismo acaba de revelarlo ahora! Ya lo sabíamos apuntó un redactor sonriendo y mirando con recelo a la puerta. ¡Ah! ¿Lo sabía V.? Lo sabíamos todos dijo otro mirando también a la puerta. Todos menos el conde de Ríos.
Mirola Guillermina, sintiendo el espanto más grande que en su vida había sentido... Fortunata agachó más la cabeza... Sus ojos negros, situados contra la claridad del balcón, parecía que se le volvían verdes, arrojando un resplandor de luz eléctrica. Al propio tiempo dejó oír una voz ronca y terrible que decía: «¡La ladrona eres tú... tú! Y ahora mismo...».
Ese cráter tibio vese coronado de hielo animado, animal y polípero que, arrojando constantemente de sí un mucus, va elevando ese círculo hasta la baja mar, no más arriba, pues más altos estarían en seco; ni tampoco más abajo, porque necesitan luz. Y si no tienen órgano especial de la visualidad, la luz les penetra.
¡Maldita sea la hora en que vine a encariñarme con esta gente para tener que ver estas cosas! dijo el noble Baldomero arrojando lejos un bozal que tenía en la mano, y agregó casi entre sollozos: ¡Esto va a matar a los viejos!... ¡al pobre viejo enfermo!... ¡un mozo así... ya formado... y que es el orgullo de ellos... pobres... pobres viejos!... ¡éste es el pago!... ¡Mire, don Lorenzo: a mí no me da vergüenza lagrimear delante de ustedes... ¿sabe?... porque ustedes van a ver llorar a muchos hombres!...
De esta herida, que dado el temperamento de su esposa, no tenía tiempo a cicatrizarse, vengábase lindamente despellejando a la aristocracia de Madrid, arrojando puñados de lodo que llegaban, a salpicar a las más altas personas. Pasaba el duque de Tornos por una de las lenguas más aguzadas y temibles de la capital. Venturita tuvo ocasión pronto de conocer su temple y su filo.
Juan siguió á su tío; al pasar por la repostería, éste dijo arrojando una mirada á las mesas y á los aparadores: Me voy á tiempo; ya se han servido los postres y los vinos. Buenas noches, señores.
Pero no; el delirio continuaba todavía. ¿Qué luz deslumbrante iluminaba su estudi? Aún veía la boca del infierno, que era igual á la puerta de su cuarto, arrojando humo y rojizo resplandor. ¿Estaría dormido?... Se restregó los ojos, movió los brazos, se incorporó en la cama.... No; despierto y bien despierto. La puerta estaba cada vez más roja, el humo era más denso.
Palabra del Dia
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