Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de octubre de 2025


Aquellos seres que se hallaban a las puertas del sepulcro, secos y descarnados como esqueletos, volvían a recobrar sus fuerzas para la matanza. No vacilaban ni estaban entorpecidos; cada cual cogía su piedra y la arrojaba al precipicio, volviendo a coger otra sin perder tiempo y sin mirar siquiera lo que pasaba debajo.

Entonces, a la llamada de «papála niña, dejando el refugio materno, se lanzaba tambaleándose por el patio, vacilando en los primeros pasos, pero sostenida por el acento firme y tierno del soldado que repetía: «Valor, Liette» y se arrojaba sobre su gruesa bota que enlazaba estrechamente entre sus brazos.

Don Diego no sabía reír y la risa de su madre se asemejaba a una mueca nerviosa. El doctor, franco y alegre como un champañés, parecía dar la nota discordante cuando arrojaba su grano de sal en la conversación. Germana aun tosía alguna vez y conservaba en su cara la expresión inquieta que da el presentimiento de la muerte.

Después, a la alta noche, en las tabernas de apaches y de meretrices, a la hora de la fatiga del amor callejero, Verlaine arrojaba los luises que había demandado, como una lluvia de oro, sobre la dolorida canalla. Así sus versos eran una lluvia de estrellas sobre los vulgos que aullaban y le ofendían al verle pasar borracho por su lado. En su barrio tenía una popularidad grotesca.

Ignoraba que aquel hombre tan avariento en los gastos de la casa arrojaba el dinero fuera de ella, y cubriéndose con el velo de la hipocresía, llevaba una vida de calavera, tal como la había soñado en su juventud. La ceguera de la esposa duró algunos años.

El espíritu nacional permaneció, por tanto, tal cual era; su glorioso pasado arrojaba luz deslumbradora sobre lo presente, y se oponía á que se adivinase la ruina que lo amenazaba.

A este grito agitaban la campanilla, no faltando, por lo regular, de allí á poco, la voz de un vecino que entreabría la ventana, y al tome hermano, arrojaba alguna moneda á nuestro hombre, que seguía su camino impasible á otro y otros sitios, donde repetía su pregón y sus campanillazos, entonando algunas veces una á manera de saeta, del tenor siguiente: «Si en esta noche murieres, hombre que estás en pecado ¡considera dónde fueres

Ningún ser es bastante bajo para no merecer amor y hasta respeto. ¿Quién tiene razón, el espartano de la antigüedad que arrojaba á una sima los recién nacidos defectuosos, ó la madre que, aunque sea llorando, amamanta y acaricia al hijo idiota y deforme?

Un pece de espantable compostura Del mar salió reptando por el suelo, Subióse ella huyendo en una altura Con gritos que ponia allá en el cielo: El pece la siguió, la sin ventura Temblando está de miedo con gran duelo; El pece con sus ojos la miraba, Y al parecer gemidos arrojaba.

Recordaba vagamente un perro negro de lanas, noble y hermoso; debía de ser un terranova. ¿Qué habría sido de él? . El perro se tendía al sol, con la cabeza entre las patas, y ella se acostaba a su lado y apoyaba la mejilla sobre el lomo rizado, ocultando casi todo el rostro en la lana suave y caliente. En los prados se arrojaba de espaldas o de bruces sobre los montones de yerba segada.

Palabra del Dia

reclinándose

Otros Mirando