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Actualizado: 3 de julio de 2025


Aquello era un panteón al que no se había quitado el andamiaje; la ruina y el silencio habían pasado por allí, petrificando el taller, antes ruidoso y ensordecedor. La melancolía del joven parecía comunicarse a don Juan, que ya no arrojaba granos a sus aves.

Luego conoció á los otros tíos maternos en un pueblo inmediato al cabo de Creus. Este promontorio con sus costas bravas le recordó el otro donde vivía el Tritón. También aquí habían fundado una ciudad los primeros nautas helénicos; también arrojaba el mar ánforas, estatuillas y hierros petrificados. Los Blanes habían navegado mucho.

Sin aliento yacía en tierra la víctima, recogiendo sus faldas y sacudiéndoles la tierra, tentándose en partes diversas para ver si tenía sangre, fractura o contusión grave, mientras la Sanguijuelera, respirando como un fuelle en plena actividad, arrojaba los vencedores pedazos de caña y alargaba su mano generosa a la víctima para ayudarla a levantarse.

Hablabamos, mi amigo y yo, de cosas indiferentes y triviales. El sol, próximo a desaparecer, arrojaba sobre la tierra una luz cálida y rojiza, y el bochorno que entraba por la abierta ventana parecía esparcirse por todo el aposento.

Cual indio de la balsa se arrojaba Por ir nadando á tierra codicioso; Cual vuelve la balsa se anegaba En busca del Señor que está lloroso. Las indias dicen todas que llamemos A nuestro Dios, pues todos perecemos. Los caballos ya sueltos van nadando. Y no tienen peligro, sino afierra El cabo en parte alguna, que colgando Le llevan por el agua hasta tierra.

Otras veces reñía con ella por cualquier bagatela y pasaba ocho días sin verla, al cabo de los cuales, aprovechando un momento en que los dejaban solos, se arrojaba á sus pies pidiéndole perdón y haciendo mil extremos de arrepentimiento.

Sospechando en seguida por ciertos signos de dónde procedía el obstáculo, mientras engullía el almuerzo silenciosamente, arrojaba miradas furiosas sobre su esposa y Flora. En cuanto terminó se levantó con violencia del escaño, sacó la flauta de las alforjas y se fué camino del molino, donde había una molinera obesa con quien también daba celos á D.ª Robustiana.

Dios nos lleva y trae según sus fines.... No, no era Dios, sino el pecado, en figura de Sabel, quien lo arrojaba del paraíso.... Le agitó semejante idea y se cortó dos veces la mejilla.... Estuvo próximo a inferirse el tercer rasguño, porque le dieron una palmada en el hombro. Se volvió.... ¿Quién había de conocer a don Pedro, tan metamorfoseado como venía?

Imposible de todo punto leer en el camino aquel día. Llovía a torrentes, y la tramontana arrojaba el agua a cubos al rostro... Hice la caminata de un tirón, y después de andar tres horas, percibí a la postre ante los tres cipresitos en medio de los cuales guarécese del viento la comarca de Maillane. No andaba ni un gato por las calles de la aldea; todo el mundo estaba en misa mayor.

El metal en ebullición arrojaba por la boca superior de la campana un torbellino de chispas, un ramillete de fuego. ¡Pero qué chispas! ¡qué fuego! Era aquello tan grande, tan inconmensurable, que Aresti recordaba, como un juego sin importancia, la salida del metal de los altos hornos.

Palabra del Dia

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