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Porque sabes, Ester, que su alma carece de la fortaleza de la tuya para sobrellevar, como lo has hecho, un peso semejante al de tu letra escarlata. ¡Oh! ¡yo podría revelar un secreto digno de ser conocido! Pero basta sobre este punto. Lo que la ciencia puede hacer, lo he hecho en su beneficio. Si aun respira y se arrastra en este mundo, á solamente lo debe.

A veces, el fondo sobre que me arrastra la corriente, está cubierto de verdes y oscilantes hierbas, muelles sinuosidades que me acarician, me enlazan; improvisándome un lecho encantador. ¿Es el agua? ¿es la ondulante cabellera de las plantas la que me levanta así, haciéndome flotar en la superficie del arroyo? No lo ; mi imaginación se pierde además en una especie de ensueño.

Nada resiste a la bala; el caimán herido, abre la boca más grande aun, si es posible, que cuando se ocupa en cazar mosquitos, levanta la cabeza, la sacude frenético, y se arrastra, muchas veces moribundo y cubierto de heridas pues la lentitud de sus movimientos permite hacerle fuego repetidas veces para ir a morir en el seno de las aguas o en su cueva misteriosa. Angostura.

En el amor, Muñoz, hay cierto momento en que se nos revela el gran misterio... Esto sucede cuando no nos arrastra la simple pasión, cuando nuestra alma, libre de la embriaguez que turba, se para, por decirlo así, en el umbral de su propio amor. ¿Has leído "La Vita Nuova"? Dante la escribió sobre Beatriz, a la que siempre contempló desde el umbral de su gran amor idealista, y ella, antes y después que muriera, estuvo revelándole los misterios divinos.

Seguro de la victoria los arrastra a una de las salas retiradas del caserón, se hace traer una mesa adecuada, bujías, cerveza, cigarros y ¡vamos allá!... Después de haber estado a dos dedos de perderla, Jaime Moro gozaba de aquella felicidad con una ruidosa alegría que causaba envidia.

Encamínase, pues, de nuevo á visitar á Raquel, para la cual ha mandado preparar lujosamente un palacio con jardines. Al llegar al dintel de la puerta, oye triste canto, y una aparición que dice ser enviada de Dios; le aconseja que no entre, pero su pasión lo arrastra á desobedecerla.

En el albor de la vida Es muy hermoso vivir, Porque su senda florida Nos la imágen querida Del puerto á que hemos de ir. Pero esas horas benditas Pasan con velocidad, Y envueltas en negras cuitas Nos quedan rosas marchitas Que arrastra la tempestad. Y con su manto de hielo La eternidad nos envuelve, Y en ancho mar de consuelo Se sacia el ardiente anhelo Que la existencia revuelve.

El conde levanta la cabeza con impaciencia y cambia una rápida mirada con la institutriz. ¡Me apieta, me apieta!... La institutriz arranca la servilleta, baja á la niña de la silla, la arrastra hacia una habitación contigua, abre la puerta y la empuja hacia lo interior, cerrando después. Y tranquilamente vuelve hacia la mesa y se sienta.

Desde aquí hicimos rumbo, para llegar lo más pronto posible a la región de los alisios, que pensábamos encontrar hacia los paralelos 18° ó 20°; pero no tuvimos suerte. Al doblar el Cabo de Buena Esperanza luchamos con una violenta tempestad, que por poco no nos arrastra hacia los escollos del continente africano, y en todo el resto del viaje fuimos padeciendo borrascas y tiempos duros.

Racimo de gusanos que se arrastra por el polvo de los caminos y se desgrana en los mercados y feriales de las villas, salmodiando cuitas y padrenuestros.