Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de mayo de 2025


Yo comprendo esas luchas, esas querellas, esas violencias, cuyo eco debió herir los oídos de usted más de una vez, y en las cuales se arrancaba, pedazo á pedazo, á su desdichada madre, ¡la última herencia y el pan de sus hijos! ¡Señor, por piedad! Me someto, señor marqués... me limitaré á lo presente.

Por las tardes, desde lo alto de la casa contemplaba el jardín; en el ángulo del parque los almendros, los primeros árboles cuyas hojas arrancaba el viento de septiembre, formando raro transparente sobre el fondo llameante del cielo teñido por los rojos destellos del sol poniente.

No se arrancaba de ellas la más leve chispa de fuego patriótico; empeñábanse en no exaltarse sino cuando viesen que iban a menos las contribuciones y a más los frutos de la tierra.

Y doña Manuela lloraba, efectivamente, sin saber con certeza si sus lágrimas las arrancaba el estado de su hijo, los insultos de su hermano o aquella última noticia de la desaparición de Cuadros. El viejo continuaba hablando junto al lecho del enfermo, excitado por la indignación, con voz sorda unas veces y gritando otras, de modo que cubría aquel estertor angustioso. Te lo vuelvo a repetir.

Fue inútil cuanto se hizo por modificar la resolución que arrancaba del baile a sus dos mejores prestigios; pero las criollas experimentaron un alivio viendo alejarse a las dos rubias, cuyas mejillas tenían el color, la pelusa y hasta el perfume de los priscos maduros.

Después, en la soledad de su casita, todo lo hallaba más cómodo y risueño; y al poner sus manos sobre el teclado del piano, le arrancaba del fondo notas de una vibración como jamás había arrancado de aquellas fibras de acero.

El hijo de la víctima, atraído por los gritos de los jueces, vino á recoger el cuerpo de su padre, y sublevó inmediatamente á los Canichanas contra el gobernador, que se encerró con sus soldados en el antiguo colegio de los Jesuitas, haciendo de vez en cuando algunas descargas sobre los indígenas, cuya irritacion subiendo de grado, les arrancaba gritos de desesperacion y de venganza.

En seguida se lavó, casi a disgusto, porque el frescor del agua le arrancaba de la piel el perfume de los halagos de Cristeta, y después se marchó a dar un paseo. Ella, al verse sola, pasó un rato presa de verdadero estupor: luego quedó entre atónita y apenada. ¿Qué había hecho? ¡Deshonrada... perdida... pero dichosa! No le parecía ser la misma.

Ella me dijo sin llorar, pero sus ojos estaban enrojecidos, lo que acabo de contarle, y como yo no tenía ya nada más en el mundo que la piedad de mi madrina, finalmente, con una voz apagada que arrancaba de su pecho con grandes esfuerzos, me dijo: «Hija mía, mi pobre Adela, mi único amor, Dios te proteja... y cuando El, en su bondad, te un esposo... ¿Lo oyes bien, hija mía? añadió levantando la cabeza y tomando un tono de voz lúgubre y grave que aun resuena en mis oídos , ¡que ese esposo vengue a tus padres y que, a cambio de la sangre de tu padre asesinado, tome la sangre de Maugis

Nada absolutamente. Aquel descubrimiento fatal rasgaba el velo de la credulidad, desvanecía el optimismo del cariño; la madre aparecía a los ojos del hijo tal como era, con toda su fealdad moral; y Juanito pensaba con rabia en su antiguo ídolo como el devoto que pierde la fe, y en la imagen milagrosa que antes le arrancaba lágrimas de emoción ve sólo un miserable leño. ¿Por qué había nacido del vientre de aquella mujer? ¿No podía tener una madre como lo son todas?

Palabra del Dia

pedregosos

Otros Mirando