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Actualizado: 16 de junio de 2025


Por hoy, confórmate con tus propias sensaciones... Ya comprenderás, mi querido Eduardo, que es un holocausto que debo a la virtud, al honor y al amor. ¿No habrá nadie que me diga quién es Maugis? 19 de mayo. Es tiempo ya de que alivie mi corazón del peso que le embarga.

Como yo aun tardaría en llegar, el señor de Seligny no quiso perder ni un momento y partió solo a ver al agonizante que, en efecto, parecía expirar, pero, la exclamación involuntaria del señor de Seligny, espantado, que profirió involuntariamente el nombre de Maugis al reconocerle, pareció despertarle por un instante del sueño de la muerte. «¡Maugis! dijo el infeliz moviendo la cabeza con esfuerzo ; ¡que Dios me perdone!...» «¡Ay!... ¿podrá perdonarle?...»

Pero éstos no eran los planes de Maugis, que adoraba a Adela desde hacía mucho tiempo y que no tomaba una parte activa en esta intriga más que para hacer una nueva víctima. A alguna distancia del castillo, el carruaje cambió de dirección y condujo a Adela al castillo por caminos extraviados; la noche estaba muy adelantada y nadie lo advirtió.

Ella me dijo sin llorar, pero sus ojos estaban enrojecidos, lo que acabo de contarle, y como yo no tenía ya nada más en el mundo que la piedad de mi madrina, finalmente, con una voz apagada que arrancaba de su pecho con grandes esfuerzos, me dijo: «Hija mía, mi pobre Adela, mi único amor, Dios te proteja... y cuando El, en su bondad, te un esposo... ¿Lo oyes bien, hija mía? añadió levantando la cabeza y tomando un tono de voz lúgubre y grave que aun resuena en mis oídos , ¡que ese esposo vengue a tus padres y que, a cambio de la sangre de tu padre asesinado, tome la sangre de Maugis

sentó a cierta distancia de , guardó por algún tiempo un silencio sombrío, y después empezó a murmurar no qué entre dientes. «¿De qué se trata le dije , mi pobre Latour?» «Que pierda mi nombre continuó como si hablase solo , si no es Maugis, el infame, el execrable Maugis. ¿Se acuerda el señor de aquel aventurero que se presentó al general con falsos poderes, que aprovechó cobardemente para entregar al enemigo un destacamento considerable de los nuestros, y que se substrajo, desgraciadamente, por una pronta huida al castigo que merecía?» «He oído hablar de ese miserable, y creo, como , Latour, que se llamaba, efectivamente, Maugis, sea con la única intención de ocultar su verdadero nombre, sea por seguir la costumbre bastante rara de nuestros oficiales; pero, ¿a santo de qué?...» «¿A santo de qué? exclamó . Ese infernal Maugis, que yo hubiese reconocido entre mil, no es otro que el honrado Ferreol de Montbreuse, que usted ha visto hoy, y, sin temor a equivocarme, afirmaré que no hay otro Maugis. ¡Rabia y maldición! ¡Es una vergüenza para la Providencia ver gentes así gozar del aire y del sol

Después quedó algún tiempo sin movimiento y sin respiración, pero los cuidados que recibió del señor de Seligny y de las gentes de la casa reanimaron un momento su vida y pareció querer hacer una revelación importante, sucediéndose sonidos inarticulados en sus labios: «Adela», dijo. «, ya lo », contestó el señor de Seligny tratando de evitarle la dificultad de las explicaciones difíciles. «Adela continuó Montbreuse , la hija de Angélica...» «Ya lo .» «Adela, la más pura, la más virtuosa de las criaturas...» «¿Y bien?» «Adela, inocente, digna de usted, digna de él... está secuestrada por orden mía...» Maugis no pudo acabar.

Figúrate que el señor de Seligny es el padre de la infortunada de quien Adela recibió la vida. El matrimonio de Evrard y de Angélica estaba ya decidido, y, sin la infame perfidia de Maugis, esta familia viviría dichosa.

Palabra del Dia

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