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Actualizado: 29 de julio de 2025


Blanda coraza que se presta y se pliega, cediendo sin ceder del todo. Fué una revolución análoga á la de Gustavo Adolfo cuando aligeró á sus soldados de las pesadas armaduras de hierro, cubriendo el pecho con una coraza de sólido cuero de camello, aunque poco pesado y suave. Revolución atrevida, pero prudente.

Si, después de haber contemplado nuestra rica colección de armaduras de la Edad Media y aquellas pesadas moles de hierro con que se tapujaban nuestros caballeros, nos encaminamos al Museo de Historia Natural para ver las armaduras de los crustáceos, nos causa lástima el arte del hombre.

Ya el ejército domina una encumbrada colina, y al fin al contrario ve sobre la encantada tierra, que de Elvira la alta sierra se tiende fértil al pié. Y ya venciendo á la aurora puro el sol las cumbres dora, y á su roja ardiente luz reflejan centellas puras, las brillantes armaduras del Profeta y de la cruz.

Y en la mesa, como prueba de que la antigua hospitalidad no había muerto, un gran jarro de peltre en el fondo del cual el curioso podría haber visto la espuma de la cerveza bebida recientemente. Colgaba en la pared una hilera de retratos que representaban los antepasados del linaje de Bellingham, algunos vestidos con petos y armaduras y otros con cuellos alechugados y ropa talar.

En aquellas armaduras de caballeros los grandes brazos telegráficos, las pesadas piernas colgantes, causan la triste impresión de un ser descentralizado, impotente y vacilante, que un ligero choque bastaba á derribar. En el crustáceo, por el contrario, los apéndices están tan cercanos y unidos á la masa rechoncha, tupida, que el más pequeño golpe que asesta lleva el empuje de todo el cuerpo.

Sus dagas, sus rodelas, sus estoques, sus armaduras, habían hecho tan famosa a Toledo como los concilios. Domingo de Aguirre, habiendo vuelto la espada, apoyaba ahora ambas manos en la suya y continuaba diciendo: ¿Qué mucho, señor, que las armas no sean ya lo que fueron, cuando vemos que la nación entera va camino de su perdición? Ramiro hizo un gesto de asombro.

Si atendemos á los institutos de beneficencia y de servicio oficial de la ciudad ó del gobierno cantonal, son muy notables: el Arsenal cantonal, con una hermosa coleccion de armas y armaduras antiguas, el Banco de préstamos, la Caja de aseguras contra incendios, la Casa de moneda, que acuña tambien para muchos otros cantones de la Confederacion, la Casa de reclusion ó de forzados, en que caben 400 detenidos y que es una de las mejores de Europa, en su género, la Casa criminal de detencion, el Granero público de la ciudad, la Fábrica de pólvora, cuyos productos son de los mejores de Europa, y en fin algunos bellos hospitales ricamente dotados.

Stein percibió allí en la oscuridad un objeto apoyado contra la pared; y a fuerza de fijar en él sus miradas, vino a distinguir que era un trabuco. Tal era su volumen y tal debía ser su peso, que no podía entenderse cómo un hombre podía manejarlo: lo mismo que sucede cuando miramos las armaduras de la Edad Media. Su boca era tan grande que podía entrar holgadamente por ella una naranja.

Era la hora en que los caballeros andantes dejaban los castillos. Sus armaduras reflejaban la claridad nebulosa... Un gallo cantó. Hizo a un lado el recuerdo de aquellas historias dominantes, que le habían robado tantas horas de oración y de estudio, y, como no era fácil leer aun el Oficio, dejó de caminar y apoyó el codo en la piedra.

Palabra del Dia

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