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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Sus ojos azules, ampliamente rasgados, fijábanse sobre mí con un aire de contento inexplicable, en tanto que yo descifraba penosamente las líneas oblicuas de la carta que estaba concebida en estos términos: Señorita: ésta tiene por objeto decirle que desde el día en que nos hablamos en el arenal después de vísperas, mis intenciones no han cambiado y que me desespero por saber las suyas; mi corazón, señorita, es todo suyo, como deseo que el de usted sea todo mío, y si esto sucede, puede estar segura y muy cierta, que no habrá alma viviente más dichosa, ni en el Cielo ni en la tierra, que la de su amigo que no firma, pero que usted sabe quién es, señorita.
En la marea baja, en este arenal se pescaban anguilas, y constantemente había una serie de barcas negras, en hilera. La otra orilla era agreste, rocosa; mostraba entre las peñas y matorrales cuevas en donde, según la tradición popular se guardaban armas cuando la guerra de la Independencia.
Comenzaba á despertar la explotación de las minas y se hablaba de limpiar el Nervión, convirtiéndolo en un puerto para que los vapores llegasen hasta el mismo paseo del Arenal. ¡Adiós las gabarras!
La verdadera diferencia está entre la clase pobre y las demás, según podremos ver en el boceto del siguiente cuadro. En la caída de una elegante casa de uno de los aristocráticos barrios de Manila, vese sentado sobre un petate un ser que con solo mirarlo se comprende arrastra su existencia por el triste arenal de las penas y amarguras. Aquel sér es una mujer, mejor dicho, una niña.
¿En qué consiste que nuestras impresiones más profundas sean una cosa tan incierta, tan yaga, que el transcurso de algunos meses, de algunos días, de un instante casi indiscutible, las borra? ¿Cuál es la naturaleza de este sentimiento, tan violento en su embriaguez, tan rápido en su duración, que aspira a sojuzgar el porvenir y que un año devora? ¿Será verdad que los afectos del hombre no son más que un arenal invertido que deja escapar poco a poco todo su contenido? ¿Y será preciso que muramos en todas partes donde hemos vivido allí mismo donde encontrábamos tanta dulzura en inmortalizarnos en el corazón de los que nos aman?
Y la Dorotea salió primero del cuarto de Montiño y luego del alcázar, tomó por la calle del Arenal, y en ella fué donde encontró á Quevedo. Cuando llegó Montiño á su casa, se encontró á su mujer y su hija cantando y cosiendo. Están juntas se dijo , y esto me contraría. Montiño debía haber supuesto que las encontraría de aquel modo, porque siempre las había encontrado así.
Fué este movido á reservar las galeras y naves de los suyos contra las fuerzas del viento austral, resplandeciendo en arte completo lo que antes fué Arenal informe.
A los balcones de su piso de la calle del Arenal estaban ya asomados desde hacía más de dos horas los criados, la cocinera, las dos doncellas y el criado. En cuanto divisaron el coche se apresuraron a bajar al portal y los recibieron humildes, agasajadores.
En el siglo XVI, cuando el comercio con el Nuevo Mundo estaba para Sevilla en su mayor apogeo y las embarcaciones de todos países llegaban á nuestro puerto, era el Arenal sitio el más animado y bullicioso de la ciudad y Lope de Vega, que lo conocía, dió á una de sus comedias por título El Arenal de Sevilla, haciendo del lugar la siguiente descripción que pone en boca de doña Laura y de Urbana en la escena primera de la obra: ¡Famoso está el Arenal! ¿Cómo lo deja de ser?
La joven se detenía de tiempo en tiempo en su rápida y ligera ascensión para mirar si la seguía, y un poco jadeante de su carrera me sonreía sin hablar. Llegado que hubimos al desnudo arenal que formaba la meseta, observé á alguna distancia una iglesia de aldea cuyo campanario dibujaba en el cielo sus vivos contornos. Aquí es me dijo la joven conductora, acelerando el paso.
Palabra del Dia
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