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Actualizado: 18 de junio de 2025


A la agresión asoladora y disolvente opondrá el Gobierno la acción del país organizado, que marchará denodada y virilmente á restablecer la paz, sin escatimar esfuerzo alguno, en aras de la salvación de la República y del decoro nacional.

En aras de su amor a doña Agustina y de su renaciente fe, se cortó aquella uña maldita del dedo meñique, vara de virtudes de Satanás, y no volvió a electrizar, ni a magnetizar, ni a encender candiles, ni a tirar cañonazos con ella. Se cortó la uña como se cortan los toreros la coleta cuando dejan de torear y se retiran a la vida privada.

«Benditos seais, para salvar la Patria «Y dar al mundo ese inmortal ejemplo «Volar de gloria al sacrosanto templo «Y de Mayo las aras levantarDijo el anciano, y el gran sol de Mayo Vertió sobre su frente un puro rayo Que en misteriosa auréola la ciñó. Le contempló con ojo entusiasmado Diciendo: «¡Patria mia!».... y apagado Quedó su inteligente resplandor!

Ya sabemos que la hija menor de Sánchez, desde que perdiera su belleza en aras de la ciencia, apenas pisaba la calle. Al café del Siglo no había vuelto jamás. El desengaño de Godofredo al tiempo mismo que le había herido la desgracia, no poco contribuyó también a dejarla en el profundo abatimiento en que vivía.

Pero ya no es Fortuna la gloriosa divinidad pagana que recibía culto en las aras ceñidas de mirto, ni recorre el mundo en una rueda, mostrando desnuda la majestad de su hermosura: se ha hecho un palacio que es centro y emporio de las grandezas modernas, y en vez de un santuario de diosa habita un camarín de cortesana, donde por ásperas cuestas y empinadas pendientes suben los que la solicitan echándose a la espalda cuanto les pesa o les estorba.

Seguiría pues aun en el puesto que su hermana le indicara, cumpliendo las tareas más contrarias a su carácter generoso y altivo, en aras de esa misma generosidad y esa altivez. Hallábase una noche después de cenar, solo como de costumbre, hojeando distraídamente periódicos y revistas, en la habitación que eligiera para gabinete de trabajo.

Mira, María dijo Stein acercándose a ella ; ofrezcamos a Dios nuestro amor puro y santo; prometámosle hacerlo grato con la fidelidad en el cumplimiento de todos los deberes que impone, cuando está consagrado en sus aras; y deja que te abrace como a mi mujer y a mi compañera. ¡Eso no! dijo María dando un rápido salto atrás y arrugando el entrecejo , ¡a no me toca nadie!

Ya ves cuán seductor es el rival que tienes, rival que me persigue y a quien no quisiera yo dar los miserables restos de que la cansada vejez no me despoje; divinidad en cuyas aras no quisiera yo hacer ruin libación, vertiendo las heces del cáliz de mi vida, sino derramarle allí, generosa y hasta pródiga, cuando aún está lleno hasta la orla del filtro ardiente de pasiones y anhelos.

En su centro se eleva el madero de la cruz como foco de todo Sér y de sus diversas evoluciones, para expresar el sacrificio, hecho en aras de la humanidad por el espíritu infinito, y en virtud de su infinita misericordia.

MANRIQUE. No, Leonor; tus votos indiscretos no complacen a Dios; ellos le ultrajan. ¿Por qué temes? Huyamos; nadie puede separarme de ti... ¿Tiemblas?... ¿Vacilas? LEONOR. ¡; Manrique!... ¡Manrique!... Ya no puede ser tuya esta infeliz; nunca... mi vida, aunque llena de horror y de amargura, ya consagrada está, y eternamente, en las aras de un Dios omnipotente.

Palabra del Dia

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