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En el mismo instante, Martín, saltando fuera del molino, con las venas de la frente hinchadas y los puños apretados, cogió a su hermano por la garganta y se la apretó con tanta fuerza que la criatura se puso lívida. La madre, acudió entonces lanzando un horrible grito: ¡Acuérdate de Fritz! exclamó alzando las manos con un ademán de loca angustia.

Sus ojos enrojecidos y fatigados brillaban en el fondo de las órbitas; sus labios apretados revelaban amargura e irritación. Allí estaba, petrificado en un dolor mudo. El deseo de acercarme a él me sacudió como un calofrío de fiebre. Pero, cuando quise levantarme, sentí como dos manos de hierro que pesaban sobre mis hombros y me hicieron caer de nuevo en mi asiento.

Seguro estoy dijo este a su prima de que mi tía me hace la honra de llamarme para tener la satisfacción de echarme una peluca. Ya veo despuntar un sermón entre sus labios apretados, una filípica en su nebuloso entrecejo y una reprimenda de a folio, a caballo sobre su amenazante nariz. Pero... ¡qué feliz ocurrencia! Voy a armarme de un broquel.

Todo estaba igual que en su infancia: los bustos de los grandes poetas en la cumbre de las librerías, las coronas en sus encierros de vidrio, las joyas y estatuas ganadas á fuerza de consonantes en sus vitrinas y pedestales, los libros de fulgurante lomo formando apretados batallones á lo largo de los estantes.

Dos meses dicen que suele durar este yelo que nos detiene; para quince días tenemos sustento; si es bien que le repartamos con vosotros, a vuestra consideración lo dejo." A lo que yo le respondí: "En los apretados peligros toda razón se atropella; no hay respeto que valga ni buen término que se guarde.

Se mantienen con los codos apretados para que nadie pueda entrar en su grupo. Recuerdan a los pingüinos del Polo Sur, esos pájaros bobos que sólo pueden vivir ala con ala formando filas en las aristas de las rocas.

La señora gruesa lloraba afligida. Pero, ¿nos van a fusilar? preguntó gimiendo. ¡Vamos! ¡Vamos! dijo uno de los hombres armados, brutalmente. La señora se arrodilló en el suelo, pidiendo que la dejaran libre. La señorita, pálida, con los dientes apretados, lanzaba fuego por los ojos. Sin duda, sabía los procedimientos usados por el cura con las mujeres.

Pero, ¿qué significa esto? murmuró la condesa retrocediendo . ¡Me dais miedo! Respondedme, respondedme bramó Mathys, mirándola en los ojos, con los dientes apretados y los labios contraídos . ¿Qué le habéis dicho ayer a Marta? Pero, por Dios, ¿qué os pasa? balbuceó la condesa de Bruinsteen asustada . Se diría que queréis asesinarme. No deis un paso más porque grito pidiendo auxilio.

Su plan era emanciparse poco a poco; de ningún modo atarse a la autoridad con lazos más apretados... Se las arreglaría sola, como Dios le diera a entender. Dios no la abandonaría, pues otras veces no la había abandonado.

¡Cómo! ese horrible destino.... Es mil veces menos horrible que pasar un día sin verte, sin decirte: Yo te adoro... murmuró con los dientes apretados, y dejándose resbalar, estremecida, a sus pies. ¿Lo quieres ? adiós, pues contestó ella con un profundo suspiro.