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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Cohibido por su presencia, no tuvo fuerzas Ricardo para negarse, y la siguió al salón, bajando los ojos al tomar asiento. Al fin le veo en mi casa... Debo serle muy antipática, pues nunca quiere visitarme. Watson se excusó. Había estado dos veces por la noche en compañía de Robledo. No podía asistir diariamente á su tertulia, como los otros visitantes: se levantaba más pronto que todos ellos.

Vamos, no estaban del todo mal; y con un retoque al peinado y a la cara, un bouquet en el pecho y dos tirones al talle para que no hiciese arrugas, se dieron por satisfechas y se lanzaron al público. Eran ya cerca de las diez. La mamá estaba en el salón hablando con doña Clara, una señora antipática y ordinaria que la visitaba con frecuencia, y las niñas, huyendo de tal visita, pasaron al comedor.

Alicia volvía á serle antipática cada vez que intentaba resucitar sus antiguas gracias de perturbadora de hombres. Vagaron más de media hora por los diversos planos de los jardines. De vez en cuando, Miguel, al pasar por un claro de la arboleda, lanzaba una mirada cautelosa hacia la «villa». Nadie en las ventanas; pero él presintió una agitación interior á causa de esta visita.

Me era muy antipática y me ha pegado más de una vez. Preguntádselo al cura, a quien echó a la calle porque me defendía. Y ¿cómo es posible, tío, que me hayáis dejado tanto tiempo con ella? Era una mujer de baja estofa, y vos no la queríais mucho que digamos. Cuando tus padres murieron, Reina, mi mujer estaba muy enferma, y me felicité de que mi cuñada se hubiera querido encargar de .

Pero en fin, tarasca, tuyas son replicó Moreno volviendo a escribir . ¡Cuándo querrá Dios que acabes tu dichoso asilo, a ver si descansa el género humano! Mira, no sabes lo antipática que te haces con tus petitorios. Eres la pesadilla de todas las familias y cuando te ven entrar, no lo dudes, aunque te pongan buena cara, ¡te echan de dientes adentro cada maldición...!

Ella no, ella creía en él... le seguiría ciega al fin del mundo; sabía que entre él y Santa Teresa la habían salvado del infierno...». Pero no se podía correr detrás de él para consolarle, para decirle todo esto. «¡Qué hubiera pensado, sin ir más lejos, Petra la doncella que estaba allí, a su lado, silenciosa, sonriente, cada día más antipática, y más servicial... y más insufrible!».

Que se perdiese todo: que se lo llevase la mala suerte. ¡Para lo que servía la riqueza!... Y revolvía sus ojos furiosos por los planos y modelos del despacho, como si maldijera del poderío industrial, haciéndolo responsable de su desgracia. En aquel momento aborrecía al muchacho que esperaba en las oficinas. ¡La juventud! ¡la insípida y antipática juventud!

Recobró su asiento Nélida vibrante y nerviosa, golpeando con el abanico un brazo del sillón. ¡Ah, su madre! ¡Aquella mulata antipática, a la que en nada se parecía!

Yo no tengo ambición política.... Si milito en un partido es por servir a mi país, pero la política me es antipática... tanta farsa... tanta mentira.... Efectivamente, en los Estados Unidos sólo son políticos los perdidos... pero en España... es otra cosa... un hombre como usted.... Subiría mi don Álvaro como la espuma.

Reventó de vanidad en un banquete. ¿Quién? ¿La hija? El padre. Ya lo sabía yo, con algo más que no me han explicado bien o se me ha olvidado. ¿Qué le pasó a la hija? Esa es una historia de fondos tan indecentes y criminales como las otras; pero menos antipática por lo que toca a la protagonista.

Palabra del Dia

abisinia

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