Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de junio de 2025
Hasta los papeles de Valencia hablaban de lo que sucedía en la huerta, donde al anochecer se cerraban las barracas y reinaba un pánico egoísta, buscando cada cual su salvación, olvidando al vecino.
Cerca ya del anochecer, y después de dos horas de esperar en vano los que en el puerto lloraban, y cuando la vista más sutil no había podido distinguir desde los puntos más elevados de la costa ninguna lancha en la mar, y había tiempo sobrado para tener noticias de las que pudieran haberse refugiado en boquetes ó ensenadas, faltaban siete.
Paseos los domingos por los alrededores de París, varias idas al cinematógrafo, comentarios sobre las sublimidades de la última novela publicada en el folletón de un diario popular, besos á la despedida, cuando ella tomaba al anochecer el tren de Bois Colombes para dormir en el domicilio paterno: esto era todo. Pero Argensola contaba malignamente con el tiempo, que madura las virtudes más ácidas.
Languideció la conversación entre Artegui y Lucía, y ambos se quedaron silenciosos y mustios, él con su acostumbrado aspecto de fatiga, ella sumida en profundo recogimiento, dominada por la melancolía del anochecer.
Ella, en cambio, le recibía cada vez más apasionada, más deseosa, más enferma de ansia, como si toda su alma presintiera el alejamiento y quisiese adherirse al objeto de su amor, con la crispación de una mano sobre precioso cristal que se escurre. Ya no le hablaba con aquel acento superior y feliz. Su clara sonrisa se obscureció, se llenó de miedo, semejante a un agua viva al anochecer.
Al anochecer, Barret, que estaba como anonadado, y tras la crisis furiosa parecía caído en un estado de sonambulismo, vió á sus pies unos cuantos líos de ropa y oyó el sonido metálico de un saco que contenía sus herramientas de labranza. ¡Pare!... ¡pare! gimotearon unas voces trémulas.
Su admiración se escapaba en roncos barboteos. ¡Oh, sonrisa del anochecer!... ¡Alegría de la sombra!... ¡Señorita blanca! El comisario de Policía miró duramente á la mujer de pelo blanco que se había sentado ante su escritorio sin que él la invitase. Luego bajó la cabeza para leer el papel que le presentaba un agente puesto de pie al lado de su sillón.
A pesar de todo, no quería Ballester irse sin llevarle por delante, y tanto bregó con él, que hubo de conseguirlo. Salió, pues, el regente haciendo propósito de volver, pues su amiga le había puesto en cuidado. Platón se fue también al anochecer, pero a las nueve regresó encendiendo luz en la sala.
La parte más alta del coronamiento de popa estaría lo menos a treinta pies sobre el agua, y de ella colgaba un gran farol, que brillaba en el ambiente gris del anochecer. El pontón era un viejo navio de la época de Trafalgar. Se llamaba el Neptuno. Al llegar a la cubierta estuvimos esperando durante una hora larga y fría. Me mandaron quitarme la ropa.
Desde cerca de la Maestranza contemplábamos la bahía de Cádiz, tan azul; allá lejos, Rota y Chipiona brillando al sol con sus caseríos blancos; luego, la costa baja formando una serie de arenales rojizos hasta el Puerto de Santa María, y en el fondo, los montes de Jerez y de Grazalema, violáceos al anochecer, con una línea recortada y extraña en el horizonte.
Palabra del Dia
Otros Mirando