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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Los restantes viajeros se desparramaran ya por el andén a fin de coger sitio en el expreso, que acababa de llegar y detenerse, vibrante aún de su rápida marcha, en la estación. Vamos advirtió Miranda , vamos, que el tren va a salir.... No si hallaremos un departamento desocupado. Emprendieron su peregrinación, recorriendo la línea de vagones, en busca del departamento vacío.

Había grupos curiosos y dignos de examen, ofreciendo el andén de la estación de León golpe de vista muy interesante para un pintor de género y costumbres. Ni más ni menos que en los países de abanico cuyas mitológicas pinturas representan nupcias, se notaba allí que el séquito de la novia lo componían hembras, y sólo individuos del sexo fuerte formaban el del novio.

Todas aceptamos; pero entonces esa señora dijo que no; que no era justo quitar a verdaderos necesitados, auxilios y socorros que no abundan, para darlos a unas muchachas muy emperifolladas y que tienen novio. La verdad es que.... No, Rodolfo, qué verdad, ni qué verdad! No es cierto que esas infelices anden emperifolladas.

En la serranía inmediata á dicho puerto, como cosa de 2 á 3 leguas, hallamos bastante bosta de caballos; por lo que se infiere anden en algunas temporadas del año algunos indios por aquellos parajes.

La falta de movimiento hacía que los ruidos fueran escasos: sólo se oían el penetrante sonido de una banda de cornetas que aprendía a tocar llamada por bajo del cuartel de la Montaña y el cansado grito con que se animaban varios mozos que, arrimando el hombro a un furgón, iban empujándolo hacia el muelle de descarga. En el andén no había casi nadie.

Indudablemente, su relato va adquiriendo aspecto trágico; don Víctor continúa: Llego a la estación y tomo el billete... luego entro en el andén y cojo el coche, ¿eh?... cojo el coche y voy colocando la sombrera... Después la maleta... después el portamantas... el portamantas, ¿eh?... el portamantas que no tenía el bastón... ¡qué no tenía el bastón!... Entonces yo cojo mi equipaje, salgo de la estación y me voy a casa, ¿eh?... me voy a casa, porque yo no podía acostumbrarme a la idea de estar sin mi bastón, ¿eh?... de estar sin mi bastón y de no oír el ruido de la chapa de plata...

La falta de propiedad, aunque una posesion inmemorial se la haya dado, hace que anden errantes, porque se apareció un propietario por una reciente denuncia, que ò los desaloja ó hace feudales.

Sobre el andén del muelle, una fila de marineros, llevando machete en el cinto, contenía a los grupos que habían penetrado con permiso: comisiones que aguardaban a los dos conferencistas, familias ansiosas de saludar a sus parientes y amigos que agitaban pañuelos, sombreros y bastones, preguntando de lejos con gritos estentóreos cómo les había ido por Europa.

Dicho y hecho. Me quedé en Zenda y desde el andén vi a la señora de Maubán, que evidentemente iba sin detenerse hasta Estrelsau, donde por lo visto contaba o esperaba conseguir el alojamiento que yo no había tenido la previsión de procurarme de antemano. Me sonreí al pensar en la sorpresa de Jorge Federly si hubiera llegado a saber que ella y yo habíamos viajado tanto tiempo en buena compañía.

No tengo más que una camisa, que Nicanora, naturalmente, me lava ciertas y determinadas noches mientras duermo, para ponérmela por la mañana... pero no me importa. Anden mis niños abrigados, y a que me parta una pulmonía. Yo no tengo niños dijo la dama con tanta pena como el otro al decir «no tengo camisa». Maravillábase Jacinta de lo muy razonable que estaba el corredor de obras.

Palabra del Dia

ciencuenta

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