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Actualizado: 11 de julio de 2025


Era una mujer, una anciana, la condesa de Lerne; madre de Jacobo de Lerne, que había sido herido en duelo, algunos años antes, por el señor de Monthélin. La señora de Lerne había sido siempre una mujer sin principios, pero sin malevolencia, aunque muy espiritual. Tenía el buen sentido de no haberse hecho mogigata, después de haber sido una coqueta.

Pero ¿dónde estoy? volvió a preguntar Stein. Está usted respondió la anciana en un convento, que ya no es convento; es un cuerpo sin alma. Ya no le quedan más que las paredes, la cruz blanca y fray Gabriel. Todo lo demás se lo llevaron los otros.

añadió la anciana en voz baja ; ha pasado la noche en casa, y anoche, a esta hora, delante de todo el mundo, ese hombre, ese loco, nos ha contado cosas horribles. Catalina calló, y las comisuras de sus labios parecieron hundirse más.

La anciana hizo señas a Adriana de acercarse y sus dedos largos y viejos le acariciaron los cabellos. Había una extrema suavidad en su modo y en toda su persona; la tranquilidad profunda del rostro traía el vago resplandor de una belleza apagada por el tiempo.

Siéntense Vds., hijas mías, mientras refiero estas cosas al señor capitán, añadió el cura, dirigiéndose a la señora y a Carmen, quienes tomaron un asiento junto al alcalde. Pablo era un joven huérfano de este pueblo, y desde su niñez había quedado a cargo de una tía muy anciana, que murió hace cuatro años.

¡Dios mío! señorita le dije, me atrevo á esperar que excusará usted una broma escapada al correr de la conversación... ¡Una broma! exclamó la señorita de Porhoet. La materia en efecto se presta mucho á la broma. ¿Y cómo llaman, señor, en este siglo las bromas que se dirigen valientemente á una mujer anciana y sin protección y que no se dirigirían seguramente á un hombre?

Las madres regañaban a los chicos porque sonaban sus pitos y sus panderetas, como temerosas de que a la hora precisa unos y otras se les quedaran mudos. Ofrecí mi brazo a la anciana. No, me contestó ¡voy mejor sola! Dáselo a la señorita.... Angelina no le rehusó, pero comprendí que le aceptaba por compromiso.

La situación llegó a ser un día tan extremadamente angustiosa, que la heroica anciana, cansada de mirar a cielo y tierra por si inopinadamente caía algún socorro, perdido el crédito en las tiendas, cerrados todos los caminos, no vio más arbitrio para continuar la lucha que poner su cara en vergüenza saliendo a pedir limosna.

En estos coloquios se pasaban las horas, y de continuo estaban juntos ambos amantes, menos cuando Echeloría se retiraba a dormir al lado de su anciana nodriza y en estancia muy resguardada, o bien cuando iba a la playa a bañarse; pues entonces, a fin de evitar el qué dirán y las murmuraciones, Mutileder no se bañaba con ella, tal vez por no usarse aún trajes de baño, tan complicados y encubridores de las formas como los que se llevan ahora en Biarritz y en otros sitios.

También la casa en que vivíamos nosotras la han echado abajo, explicó Zoraida. ¿Es posible? Pero el rostro de la anciana volvió a iluminarse: Una vez tu bisabuelo, como siguiendo la broma, me regaló un ramo de diamelas. Josefina se reía, pero no creo que le gustara mucho. Ah, ¡qué ricas diamelas! Y parecía aspirar de nuevo la fragancia y contemplar la escena remota en una milagrosa reaparición.

Palabra del Dia

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