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Actualizado: 11 de julio de 2025
El señor Laubepin, á quien he consultado, es también de esta opinión, que me esforzaré en ocultar á mi anciana amiga, tanto como las circunstancias lo permitan. Entretanto, le doy el placer de examinar pieza por pieza, sus archivos de familia, en los que espero siempre descubrir algún título decisivo en su favor.
La simple insinuación de semejante idea habría hecho probablemente caer á tierra sin sentido á esta anciana señora, como por efecto de una infusión de veneno intensamente mortífero. Lo que el ministro dijo en realidad, no pudo recordarlo nunca.
Un morisco, a quien todos conocían en los suburbios por sus pláticas obscenas, ejecutaba de tiempo en tiempo un movimiento bestial y acelerado para remedar la fornicación; los familiares tenían que zamarrearle con violencia. Pasó una anciana, seca y erguida, con las manos ligadas por detrás y la boca cubierta por negra mordaza. Ramiro no tardó en reconocer a Gulinar.
Una hora después de esta conversación, la tía María caminaba de vuelta al convento, sin haber logrado que el huraño y obstinado catalán accediese a trasladarse a él. Cabalgaba la buena anciana en la insigne Golondrina, decana apacible del gremio borrical de la comarca.
Pues voy a avisárselo a Carmen para que se alegre, replicó la anciana... ¡si viera Vd. como ha llorado, hermano cura, temiendo que no viniera! ¡Pobre muchacha! Que no tenga cuidado, Gertrudis, que no tenga cuidado. Aquí hay algo de amor, amigo mío, me atreví a decir al cura.
Deshice el intacto lecho, revolviendo sábanas y colchas; tomé el sombrero y el gabán, y salí al corredor. La anciana y Angelina me aguardaban allí. Tía Pepa muy rebozada con el pañolón; la doncella, caído sobre los hombros el abrigo, dejaba ver su hermosa frente. ¡Buenos días! me dijo tímida y medrosa. Seguro estoy de que se puso roja como una amapola al estrechar mi mano.
¡Almas tenaces, respetad siquiera el noble gozo de esta madre anciana cuya misión de paz la venidera posteridad vendrá a juzgar mañana!
Don Federico dijo la tía María después de un rato de silencio , ¿es verdad que hay por esos mundos de Dios hombres que no tienen fe? Stein calló. ¡Qué no pudiera usted hacer con los ojos del entendimiento de los tales, lo que ha hecho con los de la cara de Momo! contestó con tristeza y quedándose pensativa la buena anciana. Capítulo VIII
Salimos muy temprano en busca de algun restaurant que nos acomode, bajo el doble aspecto de estómago y bolsillo. Es indudable que lo hay; ¿qué no hay aquí? Sí, lo hay, digo yo á mi mujer; pero mi mujer me contesta: ¿dónde está? De esto se trata. No distábamos treinta pasos de nuestro hotel, cuando oigo que me llamaban. Era una pobre muy anciana, á quien habian tirado un sueldo desde un balcon.
Cogió la anciana a ésta por un brazo, y volviéndose hacia el parlamentario, le dijo: Tenemos una niña con nosotros; ¿no habría un medio de enviarla a casa de alguno de nuestros parientes de Saverne? Apenas Luisa oyó tales palabras se precipitó en brazos de Hullin, poseída de un gran terror, exclamando: No, no. Quiero permanecer con vosotros, papá Juan Claudio; quiero morir con vosotros.
Palabra del Dia
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