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Actualizado: 30 de junio de 2025


Me creí amenazado de la eterna historia de una seducción vulgar; pero, prefiriendo oírla a verla emborracharse, me dispuse a escuchar, y ella siguió de este modo: Voy a contártelo. En primer lugar, yo no me llamo Elvira: mi verdadero nombre es Nicolasa. Soy de un pueblo de cerca de Madrid.

En cuanto a lo de que mi hermano pudiera propasarse conmigo, añadió sonriendo como guapo amenazado mire Vd., tampoco a me faltan bríos. La descarada sonrisa del cura y su ademán de amenaza, sacaron de quicio a Millán. No necesita Vd. insistir en ello: conozco esa mansedumbre perfectamente sacerdotal. ¡Caballero! Hombre, casi me alegro de que me haya usted dado ocasión de desahogarme.

Hacía casi veinticuatro horas que estaba sonando para él la trompeta del juicio final. Su hermano muerto, su corazón amargado; su cocina, que constituía para él la mitad de su alma, abandonada. Y además de esto, metido en enredos trascendentales, de los cuales no sabía cómo salir; amenazado casi con la Inquisición... La cabeza de Francisco Martínez Montiño era un hervidero.

De aquí, de esta espantosa disyuntiva entre ser despreciado o amenazado de muerte, nació aquella sentencia de los moralistas, que hoy en los países cultos nos parece tan necia y tan absurda, de que lo que había que desear era una medianía de fortuna, a fin de vivir feliz y tranquilo, ni envidioso ni envidiado.

El colono que experimenta una desgracia en el hogar, percibe cuantos auxilios le son necesarios; si la desgracia proviene del campo, si una avenida asola sus cosechas, si el tallo de la caña se agosta ante el destructor hálito de un tifón, el fraile remedia el mal sin que el colono vea amenazado su porvenir ante los sombríos colores de la usura.

Entonces sospechaba si sería don Rodrigo el que había procurado al rey el conocimiento de aquellos pasadizos, y si sería también él quien, en medio de las tinieblas, la había amenazado con publicar sus secretos, si no guardaba un profundo silencio acerca de los singulares sucesos de aquella noche.

Los habían enviado á Italia como refuerzo, después del desastre de Caporetto, y ahora los volvían á llamar apresuradamente, para defender el propio suelo amenazado. Nada de cánticos y de aturdido regocijo; todos silenciosos, cansados y sucios, de una suciedad épica. Cada vagón parecía una jaula de fieras, por su olor acre de cuadra de circo.

Debía ser uno de aquellos chicuelos escapados de sus casas que se agregaban á las partidas carlistas, formando una fuerza llamada «requeté», á la que Saldaña había amenazado más de una vez con el fusilamiento en masa, no queriendo tolerar sus habituales tropelías.

Esta escena, en que el esposo ofendido recibe sus armas de manos de su mismo ofensor, para arrancarle con ellas la vida, es de primer orden: él, amenazado en su honra, anuncia claramente su propósito, pero el ciego comendador nada sospecha.

Amenazado se halla hoy este poder por los portugueses, pero sólo en el litoral. Los sectarios de Mahoma son quienes tierra adentro le combaten. ¿Por qué no hemos de ir nosotros tierra adentro a promover la rebelión de los brahmanes y a darles auxilio contra los muslimes?

Palabra del Dia

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