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Actualizado: 27 de junio de 2025
21 Su carne desfallece sin verse, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen. 22 Y su alma se acercará al sepulcro, y su vida a los enterradores. 25 se enternecerá su carne más que de niño, y volverá a los días de su juventud. 26 Orará a Dios, y le amará, y verá su faz con júbilo; y él dará al hombre el pago de su justicia.
No conoce a mi Enrique. Cuando lo conozca, le amará como yo le amo... ¿De qué proviene esta tristeza que invade mi alma?... ¡Ah, ese presentimiento! Y luego ese lúgubre castillo... Ese viejo estanque, cubierto de musgo verde... Lo aborrezco. Me da miedo, sobre todo hoy. Está lleno de ranas que saltan ruidosamente de la orilla al agua.
Fuerza era que yo amara á alguien. ¡Lo confesáis! Había pretendido que no lo supiérais; había tomado mis medidas para ocultároslo; pero como vuestro acento me amenaza, y ningún derecho tenéis sobre mí, sino delante del mundo, y aquí estamos solos, os lo confieso: amo á un hombre y soy suya... es más... lo seré. ¿Y quién es ese hombre? Don Francisco de Quevedo. ¿Y está aquí? Aquí está.
Hablándole con franqueza, le diré que me gusta considerarlo como si fuese mi hermano mayor declaró. Creo que nunca amaré a nadie añadió, pensativamente, mirando el brillante fuego de la chimenea. No, no; no diga eso, Mabel. Algún día encontrará a un hombre de su misma condición, lo amará, se casará con él y será feliz le observé, con mi mano apoyada en su hombro.
Pedíale que le diera dinero abundante para poder vivir con desahogo, y una muquier que le amara; mas nada de esto le fue concedido al pobre Mordejai, que cada día tenía menos dineros, pues estos iban saliendo, sin que entraran otros por ninguna parte, y de muquieres nada. Las que se acercaban a él fingiéndole cariño, no iban a su covacha más que a robarle.
¡Dios mío! ¡feliz!... ¡y se ha ido á vivir á casa de una comedianta! ¡y la ha acompañado al teatro y... no me ama... si me amara... no afrentaría mi amor enamorando á una mujer perdida! ¿Pero quién te ha dicho eso? El bufón del rey. ¿Qué mujer más hermosa y más pura que tú puede él encontrar?... ¿le has desesperado acaso, Clara? Sí, señora.
37 Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, cuando entendió que estaba a la mesa en casa de aquel fariseo, trajo un alabastro de ungüento, 40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dice: Di, Maestro. 41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; Di, pues, ¿cuál de éstos le amará más?
Daba su palabra de honor... Y en la confusión de su excitado deseo, sin saber ciertamente lo que decía, sin darse cuenta de lo grotesco de sus juramentos, buscó nuevos testigos, nuevos fiadores... Prometía respetarla por lo que amara ella más en el mundo, por todo lo que venerase él con mayor admiración. Te lo juro... ¡por Wagner! Te lo juro... ¡por Víctor Hugo!
13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. 15 Y les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.
El que se haya atrevido á levantar sus miradas hasta su majestad, ó es muy loco ó tiene formando de la dignidad y de la virtud de la mujer, una idea muy desfavorable; su majestad no podría apercibirse de los deseos de un insensato tal, porque no los comprende, porque mira desde muy alto; sería necesario que, olvidado de todo, el que amara á la reina, se atreviese á declararlo, para que su majestad lo comprendiera, y aun así creería que estaba soñando: solamente el cocinero del rey podía concebir tal sospecha... y vos... por vuestro exagerado celo por la dignidad de la reina.
Palabra del Dia
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