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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


Durante el almuerzo, Isabel me dio cuenta de los trabajos de su padre en mi favor. El conde no estuvo tan expansivo y locuaz como la otra vez. Se conocía que algo le preocupaba, tal vez una pérdida grave en el juego de la noche anterior. Siguiendo los impulsos de su carácter, atacó bruscamente la fortaleza, reprobando en términos severos la estancia de Gloria en el convento.

Al terminar el almuerzo hablaron en el hall, mientras tomaban el café, de los que jugaban más fuerte en las salas privadas. El nombre de algunos era pronunciado con respeto, como si fuesen maestros dignos de admiración. Ese sabe jugar decían como único comentario.

El duque se vió precisado a dar órdenes para que se sirviese el almuerzo en la dirección y en la mina. Las valientes que persistían en bajar, no pasaban de ocho o diez.

Después de almorzar es algo demasiado vago, demasiado elástico. ¿A qué hora almuerza usted? le pregunto. ¿Que a qué hora almuerzo? Pues a la hora en que almuerza todo el mundo: a la hora de almorzar... Pero ¿qué hora es la hora de almorzar para usted? ¿El mediodía? ¿La una de la tarde? ¿Las dos...? Por ahí, por ahí... dice mi amigo . Yo almuerzo de una a dos.

En el tiempo que he invertido en dar los anteriores brochazos, han ocupado sus respectivos sitios dos mestizas, una vestida de saya y otra á la europea, y al lado de aquellas un anciano y reverendo padre franciscano. El almuerzo era servido sobre cubierta, gracias á la amabilidad del capitán.

En el monte de durazneros se había dispuesto lo necesario para el almuerzo, consistente en una vaquillona con cuero, empanadas, frutas, cerveza y limonada gaseosa en abundancia; todo listo para las doce bajo la prolija vigilancia de Melchor que se hallaba vestido con traje de gala: botas claras de cuero de chancho, bombacha de hilo crudo; tirador de charol negro; camisa de seda celeste claro; blusa corta de grano de oro; gran «panamá» con ancha cinta de colores; y por detrás, debajo de la blusa asomaba el caño bruñido de un revólver.

Era una inquietud igual á la del estudiante antes del examen, á la del autor que aguarda entre bastidores, á la del hombre que va á batirse. ¡Llevaba tantas semanas de desear inútilmente! ¡Hacía tanto tiempo que había renunciado al amor!... Y pensando en Alicia sentía al mismo tiempo anhelo y miedo. El coronel regresó á la hora del almuerzo. La operación estaba hecha.

Pero transcurrieron muchas horas de la mañana sin que llegase el almuerzo ni el amable capitán. Pasado mediodía, cuando el coloso, mal acostumbrado por las abundancias de la noche anterior, empezaba á sentir el tormento del hambre, vió avanzar á través de la playa solitaria á un pigmeo que, sin duda, venía en su busca. No llevaba uniforme militar ni le seguía vehículo alguno.

Nos vimos en el Acuario, y yo fuí la que te besé, al mismo tiempo que deseaba el exterminio de los hombres... ¡de todos los hombres, menos ! Hizo una breve pausa, elevando sus ojos hacia él para apreciar el efecto de sus palabras. Acuérdate de nuestro almuerzo en el restorán del Vomero; acuérdate de cómo te rogué que te marchases, abandonándome á mi destino.

Ni la duquesa ni su hija parecieron darse cuenta del egoísmo monstruoso que se encerraba detrás de aquellas palabras, al contrario, se emocionaron hasta derramar lágrimas; solamente el doctor sonrió. Semíramis entró, anunciando que el almuerzo del señor duque estaba en la mesa. Adiós, señoras dijo el doctor ; voy a llevar esas buenas noticias al conde.

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