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Actualizado: 20 de junio de 2025
Acertóse otro día á ahorcar un ladrón que estaba días había condenado. Los moros se dieron á entender que era por la revuelta, y así tornaron á la contratación como de primero. El jeque ahorcó otro moro de los que habían sido origen del alboroto.
Enternecido y movido á compasión con esta idea, los contempló con mayor atencion, y dixo á Cacambo: Por mi vida, que si no hubiera visto ahorcar á maese Panglós, y no hubiera tenido la desgracia de matar al baron, creeria que son esos que van remando en la galera. Oyendo los nombres del baron y de Panglós, diéron un agudo grito ámbos galeotes, se paráron en el banco, y dexáron caer los remos.
Montaba a caballo admirablemente y guiaba un tílburi o un carruaje de cuatro caballos, lo cual nadie sabía hacer en Sarrió más que los cocheros. Cuando se llevaban los pantalones anchos, los de Pablito parecían sayas; si estrechos, era una cigüeña. Venía la moda de los cuellos altos, nuestro Pablito iba por la calle a medio ahorcar con la lengua fuera.
¿Cómo ansí? -replicó el virrey. -Porque me han muerto -respondió el general-, contra toda ley y contra toda razón y usanza de guerra, dos soldados de los mejores que en estas galeras venían, y yo he jurado de ahorcar a cuantos he cautivado, principalmente a este mozo, que es el arráez del bergantín.
Pero lo peor de todo, mi amigo, no es eso. Lo peor es que don Eleazar, aprovechando su desgracia, porque es capaz de aprovechar todo y sacar de todo ventaja, ha resuelto no pagar a nadie. A él lo sitian por hambre, pero él les cercena el agua y el pan, y con la misma cuerda con que lo ahorcan, él procura ahorcar a sus adversarios.
De allí pasaron á otro lugar que la historia de Pachimerio no le nombra, solo dice que estaba dentro para su defensa Sausi Crisanislao famoso soldado y Capitan de Búlgaros, á quien mandó ahorcar con doce de sus soldados los más principales, sin decir con certeza la ocasion de este castigo; solo se presume, que habrian defendido mal algun lugar que estaba á su cargo, ó entregado alguna fortaleza, y queriendo Sausi disculparse atravesó razones con Roger, que le movieron á meter mano á la espada, y herirle, y después fué entregado á los que le habian de ahorcar.
Verdugo era, si va a decir la verdad, pero una águila en el oficio; vérsele hacer daba gana a uno de dejarse ahorcar. Pésame de daros nuevas de poco gusto. Vuestro padre murió ocho días ha con el mayor valor que ha muerto hombre en el mundo; dígolo como quien lo guindó.
Dexó Zadig correr por el mundo á la bella antojadiza Misuf; envió á llamar al bandolero Arbogad, á quien dió un honroso puesto en el exército, prometiéndole que le adelantaria hasta las primeras dignidades militares si se portaba como valiente militar, y que le mandaria ahorcar si hacia el oficio de ladron.
Y si lo dudaba Juanito, que mirase a López, ése cuya señora era amiga de la mamá. Pues el tal López no tenía un céntimo, pero metió la cabeza en la Bolsa, y ahora no se dejaría ahorcar por ochenta mil duros, ni por cien mil.
Lope, aludiendo a la costumbre de ahorcar un pelele el Jueves Santo, figurando a Judas: «MENDOZA. Y ¿qué importa que una dama tenga el cuerpo diligente..., las caderas como en Flandes, las piernas como un jinete, si el rostro puede ser molde de hacer diablos para el jueves en que al despensero cuelgan que afrentó los calabreses?» Quevedo, Vida del buscón llamado don Pablos..., libro II, cap.
Palabra del Dia
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