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Actualizado: 8 de julio de 2025
Es la hora señalada, acudís con puntualidad, y os hallais en presencia del héroe de la mañana. D. Nicasio está algo descompuesto en su vestido, merced á un calor que le ahoga. Medio tentido en el sofá, os devuelve el saludo con un esfuerzo afectuoso, pero con evidentes señales de fastidiosa lasitud. Vamos á ver, Sr. D. Nicasio, si quedamos convenidos definitivamente.
Si a uno le coge mozo como a mí, le moldea de una manera definitiva, le hace marino para siempre; al que de niño se entrega a su poder con el alma cándida, con la inteligencia virgen, le convierte en su esclavo. Para el pescador, para el hombre ignorante y sencillo que no puede apoyar sus ideas en las bases de la ciencia, el mar es un tirano, le engaña, le adula, le seduce, le ahoga.
Batallaba el diente con la ventosa, el coletazo demoledor con el tentáculo que ahoga, la boca que desgarra con la boca que sorbe.
El pulpo gigantesco que ahoga al más pequeño crustáceo, peligra dejar sus tentáculos entre las garras del cangrejo, y el pez más glotón titubea antes de engullirse un ser tan espinoso. Desde que crece el crustáceo es el tirano, la pesadilla de los dos elementos. Su inabordable armadura encuéntrase dispuesta para todo ataque.
Abre por fin el libro: es una novela romántica. Un desgraciado á quien el mundo no ha podido comprender, maldice á la sociedad, á la humanidad entera, maldice á la tierra y al cielo, maldice lo pasado, lo presente y lo futuro, maldice al mismo Dios, se maldice á sí mismo; y cansado de mirar un sol helado y sombrío, una tierra mustia y agostado, de arrastrar una existencia que pesa sobre su corazon, que le oprime, que le ahoga como los brazos del verdugo al infeliz ajusticiado, se propone dar fin á sus dias.
Puede bordar, pintar, hacer algo, en suma, que le valga dos o tres pesetas diarias. La mala suerte aprieta, pero no siempre ahoga. En La sima se nota demasiado el decidido empeño del autor de precipitar en ella a su heroína arrojándola en tamaña hondura que no le sea posible salir; que no le quede más recurso que la muerte o la infamia. Impulsada Ramona por la tétrica imaginación del Sr.
Bien dice Quintana: ¡Ay! ¡infeliz de la que nace hermosa! Llena por consiguiente de recuerdos de grandeza, la trapera necesita ahogarlos en algo, y por lo regular los ahoga en aguardiente. Esto complica extraordinariamente sus gastos. Desgraciadamente, aunque el mundo da tanto valor a los trapos, no es a los de la trapera.
Y además... nunca he hablado de esto a nadie, y me ahoga el secreto.
Será, con permiso de Vuecencia, porque el diablo reclame lo suyo, o por otra causa; pero ello es. Y cómo el que se ahoga se agarra a lo primero que alcanza con las manos, y Vuecencia tiene poca práctica para esos fregados, porque ha nacido para cosas más altas y más nobles..., cumplo con un deber, hasta de conciencia, dándole respetuosamente este aviso.
Ya se me ha ocurrido muchas veces, y es el caso que no sé a qué atribuir el sentimiento que me veda el hacer eso. Siempre que abro la boca para hablar de ti a mi prima siento que se ahoga la voz en mi garganta. Y sin embargo, no ignora ella que te quiero. También yo lo sé, Magdalena; pero necesito que me lo digas tú misma en alta voz.
Palabra del Dia
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