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Actualizado: 11 de junio de 2025


¡Niégueme Dios su gloria si yo no abro en canal á esta bribona!... Déjamela, no vos atraveséis delante.... ¡Dame esa cara impostora!... ¡Sal á la luz ... que pueda yo echarte mano! Deja, que yo la alcanzaré bramó á su lado la mujer que estuvo á pique de ser azotada, levantando en alto la jarra vacía del aguardiente. ¡No tires!... gritaron algunos hombres, corriendo á detenerla. ¡Quiero matarla!

La cara no era la misma; pero la expresión ... y la voz, se le había enronquecido como la de las personas que beben aguardiente. «¿En qué piensa usted? ¿Por qué me mira tantole preguntó Guillermina, que ya estaba impaciente por terminar.

Una camisa muy ordinaria vale seis pesos, ó tres octavas de oro: un par de zapatos, lo mismo: una frasquera de vino y aguardiente, que en el Janeiro se diera por diez pesos, vale en Cuyabá sesenta. Y á esta proporcion se venden los otros géneros.

El tío Gorico no tenía más defecto que el de haberse entregado con sobrado cariño á la bebida blanca. El aguardiente anisado le encantaba.

Actualmente el uso inmoderado de los licores fuertes, tales como el aguardiente, que en las festividades religiosas beben con demasía, trae consigo la ruina pecuniaria de los indígenas, el grandísimo deterioro de su salud, y, como consecuencia indispensable, el desarreglo en las costumbres.

Era también la hora en que el squire prefería hablar en voz alta, repartir rapé y palmear las espaldas de los invitados a seguir sentado frente a la mesa de «whist». Esta preferencia exasperaba al tío Kimble que, estando siempre alegre en las horas de los negocios serios, se ponía grave y hasta violento cuando se trataba de jugar y beber aguardiente.

Se repartió algún vino; los pastores tomaron una copa de aguardiente a la salud del alcalde y del cura, y a me obsequiaron con una botella de Jerez seco, muy regular para aquellos rumbos. Concluida que fué la cena, el maestro de escuela llamó por su nombre a uno de los niños, sus alumnos, y le indicó que recitara el romance de Navidad que había aprendido ese año.

Desde Carrio donde se alojaba se había venido á Canzana, donde un incauto vecino le recibió por huésped. Lo fué tan molesto que á los pocos días de buena gana le hubiera echado. Pero no se atrevió á hacerlo porque al instante le inspiró un gran terror, como á todos los que se le acercaban. Lo mismo le importaba á aquel malvado dar una puñalada que beberse una copa de aguardiente.

Ella entendía en el gasto diario, vigilaba la cocina y tenía las llaves de la despensa, de la repostería, de la candiotera, de las cuatro bodegas de vino, aceite, aguardiente y vinagre, y de los desvanes o graneros, donde siempre había trigo, cebada, arvejones, yeros, matalahúga y otras semillas. A las inmediatas órdenes de la Sra.

El tío Gorico, desde el casamiento de Nicolasa, había empezado á pugnar porque le llamasen Don Gregorio; habíase jubilado del oficio de Abraham y del de pellejero, y no se empleaba más que en beber aguardiente y rosoli, y en ponderar la ventura y la grandeza de su hija, sus virtudes y la vida beata que daba á su ilustre esposo.

Palabra del Dia

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