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Actualizado: 30 de abril de 2025
De este período provendrá también acaso su amistad con Guillén de Castro . El destierro de nuestro poeta duró siete años, casi tanto como su matrimonio con Isabel de Urbina, que, después de seguir á su esposo, acompañándole en su aflicción y adversa fortuna, como esposa fiel y esforzada, murió en Alba de Tormes, propiedad del duque de Alba . El fruto de esta unión, que fué una hija llamada Teodora, falleció también antes de cumplir el año .
El señor de Migajas dijo la Princesa mirándole con benevolencia no ha venido aquí á divertirnos. Eso no quita que le oigamos con gusto pregonar La Correspondencia y los fósforos si quiere hacerlo.» Hallaba el granuja esta proposición tan contraria á su dignidad y decoro, que se llenó de aflicción y no supo qué contestar á su adorada.
14 Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración; porque yo no oiré el día que clamaren a mí en su aflicción. 15 ¿Qué tiene mi amado en mi Casa, habiendo hecho muchas abominaciones? Y las carnes santas pasarán de sobre ti, porque en tu maldad te gloriaste.
Pues verá usted.... Al recibir su carta primera, no pude ocuparme.... La aflicción no me dejaba pensar... Pero me acordaba de usted y decía: «Aquel pobre D. Juan, ¡qué amarguras estará pasando!...» Recibo la segunda esquela y entonces digo: «Ea, pues lo que es yo no le dejo en ese pantano.
25 Entonces el rey de Israel dijo: Tomad a Micaías, y llevadlo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás hijo del rey, 26 y diréis: El rey ha dicho así: Poned a éste en la cárcel, y sustentadle con pan de aflicción y agua de angustia, hasta que yo vuelva en paz. 27 Y Micaías dijo: Si tú volvieres en paz, el SE
Pues entonces añadió mi ama , pueden ver la función desde la muralla de Cádiz; pero lo que es en los barquitos... Digo que no y que no, Alonso. ¡Mujer! exclamó con aflicción mi amo . ¡Y he de morirme sin tener ese gusto! ¡Bonito gusto, hombre de Dios! ¡Ver cómo se matan esos locos!
De pronto, al hacer un descanso el «Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas» y «Nuestra Señora de la Mayor Aflicción», una voz rasgaba el silencio de la noche, una voz que hizo llorar al fiero contrabandista.
Le era imposible adivinarlo, y, no obstante, ¡se hubiera sentido tan dichosa en poder participar de su aflicción! No se atrevía a esperar tanta dicha, pero en silencio hacía suyas las penas del Conde, aun ignorándolas, así como su tristeza habitual. Con frecuencia le decía Arturo: ¿Qué tiene usted, Judit? ¿Cuáles son sus pesares? Si ella se hubiera atrevido, habría contestado: Los de usted.
Quiso entonces penetrar hasta el fondo del pensamiento de miss Maud y dijo: Ese pobre Freneuse, señorita, era un infeliz muchacho que conocíamos el señor de Sorege y yo desde la infancia y cuyas aventuras han sido causa de una gran aflicción para todos los que le tratábamos.
Sí, volveremos... Pero que lo laven... ¡pobre niño! Debe de estar en un martirio horrible con ese emplasto en la cara. Di, tontín, ¿quieres que te laven? El Pituso dijo que sí con la cabeza. Su aflicción crecía, y poco le faltaba para romper a llorar. Todas las vecinas reconocieron la necesidad de lavarle; pero unas no tenían agua y otras no querían gastarla en tal objeto.
Palabra del Dia
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