Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de mayo de 2025
¿Recuerda usted alguna fecha saliente en la historia de su amistad con ella? ¿Sucedió algo entre ustedes el 12 de agosto? Roberto Vérod se pasó una mano por los ojos antes de contestar, y luego dijo en voz baja: Sí. Estuvimos juntos. La acompañé a la montaña. ¿Qué le dijo usted? Nada. Había otras personas con nosotros. Yo hablé poco, y además, si hubiéramos estado solos, no le habría dicho nada.
De la culpa que tú tienes lleve la triste la pena; que justos por pecadores tal vez pagan en mi tierra. Tus más finas aventuras en desventuras se vuelvan, en sueños tus pasatiempos, en olvidos tus firmezas. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas. Seas tenido por falso desde Sevilla a Marchena, desde Granada hasta Loja, de Londres a Inglaterra.
Pues ya está usted arrancándose, hermanita dijo el malagueño presentándole al mismo tiempo la guitarra. ¡Quite usted allá, hombre de Dios! respondió la monja riendo y rechazándola. ¿Quiere que yo la acompañe entonces? Vamos, hermana, déjese usted oír dijimos casi al mismo tiempo D. Nemesio, el sabio fondista y yo.
El domingo siguiente, por la mañana, marchaba yo a casa de doña Hortensia, por las calles de Cádiz. Iba con el corazón en un puño. Temía que me recibieran mal o fríamente; pero no: mi paisana y su hija Dolorcitas me acogieron con grandes extremos de amistad. Estaban preparándose para ir a misa, y yo las acompañé hasta una iglesia próxima.
En este excepcional desconcierto no se olvidó de pagar, y dando su duro al Tartera, recogió la vuelta. «Noble amigo díjole a Izquierdo al oído , no me acompañe usted... Estimo en lo que valen sus ofrecimientos de ayuda.
¿No creéis que es una humillación para mi, que yo tan altiva, tan severa, tan desdeñosa con todos, hasta el punto de que creyéndome incapaz de amar, me hayan llamado la menina de nieve, caiga de repente de mi indiferencia, de mi frialdad, en el extremo opuesto, y que el hombre por quien tanto he variado en pocas horas, apenas separado de mí se enamore de una mujer perdida, y se vaya á vivir con ella y la acompañe al teatro?
No, así no, así no; si quieres que te acompañe a tu casa... pero, solo no, aunque te enojes y me pegues. ¡A mi casa! exclamó el joven delirante, no puedo ir, no puedo, porque no, porque soy un miserable, ¿entiendes? porque he deshonrado a mi familia, ¿entiendes? porque debía estar ahora en la Penitenciaría, ¿entiendes? escúpeme, Agapo, escúpeme, pero, ¡déjame marchar!
Es que oyéndote a ti acaba uno por ver todo color de rosa. ¡Como tú quieras! ¿pero irás con nosotros, eh?... Ya ves que Lorenzo ha resuelto acceder a mi pedido... y tú no puedes desairarme... por otra parte, la partida depende de ti y... ¡sin ti no me voy!... e impedirás que el pobre Lorenzo se cure también de sus males que son más o menos los tuyos... ¿Y qué precisión hay en que yo les acompañe?
El padre rondaba por el recibimiento ante el casco que se exhibía en el perchero con un fulgor modesto y glorioso. Apenas Julio lo colocaba en su cabeza, surgía su progenitor, con sombrero y bastón, dispuesto á salir igualmente. ¿Me permites que te acompañe?... ¿No te molesto?
Entonces, al inclinarme hacia mi hermana, vi en el suelo, junto a ella, una hoja de papel de carta rayado de azul; me apoderé de él tan vivamente como pude, sin que nadie notara ese movimiento. Después me apresuré a hacer lo más urgente, que era hacer volver en sí a Marta y acompañé a su cuarto a la desdichada, que dirigía en su derredor miradas atontadas. Una vez allí la acosté.
Palabra del Dia
Otros Mirando