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Actualizado: 5 de junio de 2025
Coloráronse súbitamente las mejillas de Margarita, y un súbito temblor acometió a Cervantes, que en los ojos de Margarita vio algo que, yendo más allá de lo humano, divino parecía, y que le atraía con una no conocida fuerza, y de tal manera, que el uno dio en los brazos del otro, y sus labios se unieron, y ella, desfallecida sobre el hombro de Cervantes, reclinó su hermosa cabeza, y suspirando le dijo: Mi esposo sois, que ya de ello con vuestros labios y con vuestro abrazo me habéis dado testimonio; y ved lo que hacéis, señor mío, de mi alma, que aquí de celos fallezco y de espanto me muero; que de vos doña Guiomar está enamorada, y duendes hay en esta casa, y yo no tengo como ella medalla de la Inquisición que de los duendes me defienda.
Acometió de improviso la desarmada muchedumbre, alanceó, mató, desgarró las mal heridas victimas bajo los pies de sus caballos, mandó clavar vivos en las orillas del rio á trescientos prisioneros. No estuvo contento aun: los fugitivos se habian retirado al arrabal: entregó por tres dias el arrabal á merced de sus soldados.
A las dos les acometió una risa tan loca que los ojos de todos se volvieron hacia ellas. La de Peñarrubia, que sospechó que ella era la causa, les clavó una larga y fría mirada. Pero las chicas no podían reprimirse... ¡no podían...! ¡vamos, que no podían!
Vaya, vaya, no me metas los dedos por los ojos, Julián.... A no ser que en esos setenta y cinco mil duros estén incluidos los gastos de la casa que estás fabricando en el Horno de la Mata. Pues naturalmente. Al duque le acometió al oir esto tal golpe de risa, que por poco se ahoga. Cayósele el cigarro. La faz, ordinariamente amoratada, se puso ahora que daba miedo.
Las últimas palabras de mi padre fueron estas: «Zuzie, no hagas ninguna transacción en el pleito, nunca, nunca, nunca, y tendréis millones, hijas mías, ¡millones!» y nos besó a las dos, a Bettina y a mí... Lo acometió el delirio, y murió repitiendo: «¡Millones!» Al día siguiente, se presentó un procurador, ofreciéndome pagar todas las deudas y darme además diez mil dollars, si yo le transfería mis derechos al pleito.
Y entonces, el maestro sacó la daga, y dijo: -Y no sé quién es Ángulo ni Obtuso, ni en mi vida oí decir tales hombres, pero con esta en la mano le haré yo pedazos. Acometió al pobre diablo, el cual empezó a huir, dando saltos por la casa, diciendo: -No me puede dar, que le he ganado los grados del perfil. Metímoslos en paz el huésped y yo y otra gente que había, aunque de risa no me podía mover.
A Mariquita le acometió la pataleta, la gente echó a correr, hubo cierre de puertas, y a palacio llegó la noticia de que unos corsarios se habían venido a la chita callando por la boca del río y tomado la ciudad por la sorpresa.
No dijo una palabra, apenas derramó una lágrima, pero el mal que la roía interiormente, hizo rápidos progresos y, aun cuando hubiera salvado de la fiebre tifoidea que la acometió cuatro semanas más tarde, el pesar se la habría llevado seguramente.
Aunque algo avergonzado a causa de la risa que a Miguel le acometió, no tardó en reponerse y manifestarle cómo se estaba ensayando en los cambios, salidas y cuarteos, pues era uno de los banderilleros que el domingo debían trabajar en los Campos. Pero esa silla me parece que se debe aplomar algo en la suerte de palos dijo Miguel. Chico, no tengo otra cosa.
Y era tal su gesto, que Fuentes levantó los hombros cual si repeliese toda responsabilidad, y le volvió la espalda, aloyándose poco a poco, con la certeza de ser necesario de un momento a otro. Gallardo extendió su trapo en la misma cabeza de la fiera, y ésta le acometió. Un pase. «¡Olé!», rugieron los entusiastas.
Palabra del Dia
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