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Actualizado: 5 de junio de 2025


acometió á las sopas de leche, haciendo en ellas él solo tanto estrago como toda la familia junta. Después de la leche nos sirvieron vino blanco con bizcochos, prototipo en las aldeas de digestivos y confortantes, y cuyas virtudes se tienen en tanto, que lo mismo se administra este agasajo á un moribundo que en una boda.

Y Morito acometió como una fiera, con gran estrépito de ruedas, cabeceante a causa de las desigualdades del terreno, y llevando a la cola aquel paje que le empujaba para hacerle menos fatigoso el camino.

Logróse el mismo objeto por la parte del Cerro de San José, donde tambien fueron rechazados los rebeldes por el alferez D. Juan Cáceres, que los acometió con la compañia de caballeria de Pomata, otra de ronderos de Chucuito, y abrigado del fuego de los fusileros, apostados en la torre de la iglesia.

Entró Barbarita y miró alarmada a su hijo, pero antes de tomar ninguna disposición, echole una buena reprimenda porque no se recataba del crudísimo viento seco del Norte que en aquellos días reinaba. Juan entonces se puso a tiritar, dando diente con diente. El frío que le acometió fue tan intenso que las palabras de queja salían de sus labios como pulverizadas.

Probablemente se lo ha enviado el carcamal de mi maridoAl oír el repique en la puerta, hizo un ademán a los otros para que no se movieran, y salió ella a abrir. ¿Quién es? Felicita respondió el camarero. La voz con el nombre llegó a oídos de Novillo. Le acometió un temblor intenso. Con movimientos torpes e inútiles tendía las manos hacia el peluquín y la dentadura postiza.

Desnudó Zadig su espada despues de hacer una cortesia á la reyna, que agitada de temor y alborozo le miraba; Itobad desenvaynó la suya sin saludar á nadie, y acometió á Zadig como quien nada tenia que temer. Ibale á hender la cabeza de una estocada, quando paró Zadig el golpe, haciendo que la espada de su contrario pegase en falso, y se hiciese pedazos.

El mismo Cervantes dice que sólo un soldado español, llamado Saavedra, escapó bien con él, pues aunque por obtener su libertad hizo tales cosas, que durarán largo tiempo en la memoria de las gentes, sin embargo, ni lo maltrató, ni mandó atormentarlo, ni le dijo una mala palabra, cuando todos, y él el primero, temían á cada instante que por la menor cosa que acometió lo hubiese empalado.

Apénas llegó á la posada, le acometió una ligera enfermedad originada del cansancio; y como llevaba al dedo un enorme diamante, y habian advertido en su coche una caxa muy pesada, al punto se le acercáron dos doctores médicos que no habia mandado llamar, varios íntimos amigos que no se apartaban de él, y dos devotas mugeres que le hacian caldos.

¿Y qué tiempos fueron esos? preguntó irónicamente. Urquiola, dichoso por poder mostrar ante Pepita y su madre aquella oratoria ruidosa que tantos éxitos le había valido en los ejercicios literarios de Deusto, acometió impetuosamente. ¡Parecía imposible que un vizcaíno hiciese tal pregunta! ¿Qué tiempos habían de ser?

Cierta tarde le acometió una tentación inmensa de pedírselo. El templo se hallaba desierto.

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